El misterio de la vida y la alquimia

El misterio de la vida y la alquimia

Misterio: “enigma de algo que es difícil de conocer”. Alquimia: “transmutación de la sombra densa en luz cristalina”.

La vida nos regala diariamente el aprendizaje para que dejemos de huir de las fantasías provocadas por el deseo y el miedo. La voz de la vida resuena como un trueno en los cañones del desierto cuyo eco nos hace vibrar para que seamos conscientes y capaces de descifrar el código del misterio de la vida – cada ser humano es algo más que un cuerpo biológico, existen emociones, pensamientos, sentimientos que definen a la persona, de ahí que el aprendizaje contenga dos vertientes, una interna y otra externa. A través de nuestras experiencias internas y externas creamos densos velos que tenemos que rasgar si queremos descifrar el código del misterio. Para rasgar dichos velos necesitamos la alquimia que permite transmutar nuestras densas energías en luz cuando cambiamos de actitud. Este aprendizaje, como decían los antiguos sabios, implica el autoconocimiento.

El misterio de la vida nos invita a entrar de lleno en la experiencia de vivir para borrar el olvido de quienes somos. El olvido nos hace dar vueltas y vueltas para llegar a ninguna parte, pero muchas veces vemos destellos de colores que forman un mosaico de opciones y oportunidades y sentimos la fuerza para salir de ese paréntesis que nos tiene atrapados en su propia trampa, intentando vivir escenarios que no nos corresponden o que son ficticios, no queremos oír nuestras emociones, no queremos transformar nuestros pensamientos ni acciones; vivimos con la baja estima de víctimas, nos autocompadecemos generando violencia y frustración, pero el regalo de la vida nos ofrece chispas de lucidez para comprender que debemos aprender. Tenemos el poder de elegir.

Mientras más vueltas damos por el laberinto de la vida, más nos sentimos impotentes, confundidos y frustrados, lo que genera agresividad porque estamos asustados y tenemos miedo. ¿Puede el amor y la alegría vivir bajo el velo de la pesadumbre donde no hay luna ni estrellas? No puede, el amor es luz y necesita alimentarse de rayos de alegría, serenidad y confianza que son la esencia del alma.

La encrucijada nos hace sentir vacíos, pues las calles son espejismos fantasmagóricos creados por nuestras decisiones —algunas acertadas y otras equivocadas—. Hemos olvidado que somos guerreros durante esta aventura de nuestra vida; los guerreros aprenden a dejar atrás los miedos para adentrarse en el universo de la verdad y de la dicha, de la vida y del renacimiento. Los guerreros con su grito de valor y de silencio crean estrellas brillantes en la noche de luna llena, rasgando el velo del dolor.

No hay nada más motivador que descubrir el desafío del misterio de la vida. Nuestra voz debe dejar de sonar como una rueda sobre guijarros en una calle de piedras para empezar a sonar como el agua cristalina del río que se mueve sin cesar buscando el océano. Elevando nuestra conciencia, entramos en esa dimensión donde el sol presta su oro a las dunas de la sabiduría y vemos cómo la luz desplaza a la sombra señalando el camino al caminante sediento de verdad.

Debemos escuchar la voz del silencio del alma para que nos alumbre como estrellas solares cuyos rayos destruyen esos sombríos escenarios, pues nos dice qué códigos podemos utilizar para cambiar nuestra vida: “La paz es el antídoto a la violencia de cualquier género, el amor es el bálsamo que cura nuestra existencia, la sabiduría es el lenguaje oculto de la vida, la verdad nos conduce a desentrañar los misterios del infinito azul y la luz es el alimento de la esencia del alma de la creación que todos llevamos en el corazón”.

Si nos aventuramos en ese desafío de desentrañar el misterio de la vida y de la alquimia, estoy segura de que el agradecimiento sería el denominador común de nuestras vidas, no daríamos por hecho nuestro día a día, sino que cada día que pasa lo consideraríamos como un regalo lo que haría que nuestra actitud y comportamiento cambiaría para crear un lugar mejor donde vivir las nuevas oportunidades.

El misterio de la vida nos empuja a descifrarlo, a investigar y a adentrarnos en el universo profundo del amor —fuego dorado, esencia divina del alma—, uniendo nuestros pasos a los suyos, podemos descubrir sus códigos que están grabados a fuego en nuestro corazón, por esta razón es vital conocerse a sí mismo.

La felicidad, la salud, el bienestar lo podemos obtener si abrimos nuestros corazones y somos agradecidos a la esencia del misterio de la vida, la clave está en la alquimia.

(Foto privada)

La soledad y los derechos humanos

La soledad y los derechos humanos

Como decía Mahatma Gandhi: “La persona que no está en paz consigo misma, será una persona en guerra con el mundo entero”.

¡Oímos el repicar de las campanas, pero no queremos oír su mensaje!: “La Humanidad está sufriendo —confusión, trastornos, conflictos, pérdida de valores humanos, guerras frías entre países para dar “jaque mate”—; no solo sufre la humanidad, sino el planeta, trayendo graves consecuencias para todos sus habitantes —cambio climático con secuelas de sequía, hambruna, desbordamientos de ríos, devastación, éxodo de miles de seres vivos…—. Es hora de que las razas, las religiones, las culturas vivan en paz y en armonía, respetando y apreciando sus singularidades para aprender todos de todos. El amor creador nos concede a todos la libertad de ser, de crear y de existir”. Seamos grandes de espíritu y abramos nuestra mente y corazón para escuchar la voz del planeta y de la humanidad.

Todos somos marionetas articuladas movidas por señoras y señores que controlan el poder político, social, financiero, religioso… Los responsables de esta actual catástrofe planetaria somos seres humanos y entre todos ellos estamos tú y yo. No podemos permitir perder más tiempo entre diálogos sin compromisos ni acuerdos; el tiempo no se posee ni se compra, el tiempo es efímero y cada segundo que pasa no vuelve y las situaciones empeoran si no se han tomado acuerdos y compromisos para solucionarlos.

¿Dónde estoy yo y mis derechos? Se preguntan miles de personas que sufren en sus carnes ese caos de miserias, injusticias, violaciones, violencias… La persona que sufre está sumida en un pozo oscuro y húmedo de dudas y miedos que la devoran interiormente, pues no comprende lo que pasa ni por qué los países lo toleran. No es fácil asumir ese sufrimiento —a nivel personal o social—. No podemos dejar de luchar para traer esperanza y crear un mañana mejor a esos corazones agarrotados por el sufrimiento. Se pierde mucho tiempo en discursos y en disputas sin llegar a un acuerdo porque nadie escucha a nadie, solo interesa acumular más poder. Muchas decisiones dependen de gobernantes y líderes de países que controlan los derechos humanos básicos como la libertad y el respeto, guardados entre barrotes o bajo un mar congelado.

La respuesta a la pregunta, ¿dónde estoy yo y mis derechos?, vendrá cuando haya un diálogo verdadero, cuando estemos dispuestos a cambiar y cuando todos podamos trabajar para un mejor bienestar, comprendiendo que la Humanidad es unión y no división. Las personas que sufren persecución, maltrato, violencia, éxodo viven sin esperanza y esto trae la enfermedad de la tristeza y si no se cura, la esencia de ese dolor puede generar, en un futuro próximo, en venganza y fanatismo, creando más daño y sufrimiento por la incomprensión y el abandono.

Es urgente que seamos conscientes del sufrimiento ajeno y luchemos para que los que tienen en sus manos el poder de decisión cumplan sus compromisos de lucha por un bienestar común. Es la hora del cambio, de tomar consciencia y de empezar a escuchar el mensaje que nos trae el repique de campanas y buscar soluciones verdaderas. Hay que ser activos y dejar de ser pasivos. Todos somos responsables de nosotros mismos y de nuestra familia, amigos, colegas, barrio, comunidad, ciudad, nación…, en definitiva, somos responsables del planeta y la humanidad.

Víctor Hugo decía: “No hay mayor sufrimiento que la soledad”. Hay millones de personas que se sienten solas, aisladas de sus derechos, de sus países, familias, incluso de su propio ser, porque sienten que ya no existen, pues han dejado de ser ellos mismos. La soledad impuesta debilita los corazones y la mente de las personas y se combate con generosidad, fuerza y valentía para generar momentos positivos de alegría, solidaridad y entusiasmo. Recordemos que los hechos mueven al mundo, no las palabras.

La soledad impuesta quiebra los derechos humanos y la fortaleza de la persona, nadie ha elegido morir entre bombas y bajo los escombros, familias que han perdido todo, pues el amor y la vida han saltado por los aires, por una mina o un misil… En el planeta existe un lugar para cada uno de nosotros, si reforzamos los lazos sociales y culturales, sin imposición solo aceptación de las diferencias, así debemos luchar para acabar con ese sinsentido llamado guerra.

Es hora de que todos juntos luchemos por un mandamiento superior que establezca que cada ser humano es un tesoro al que hay que proteger con justicia, respeto, igualdad y libertad.

La soledad impuesta es desgarradora y nos enferma de tristeza. La esperanza es el alimento del alma para seguir avanzando. Solo la convivencia pacífica entre culturas, aceptando las diferencias y compartiendo nuestra generosidad y solidaridad, podremos unir a la Humanidad.

Nuestros deseos de hoy serán nuestras realidades de mañana.

(foto privada)

La Voz es nuestra voz

La Voz es nuestra voz

Una orquesta sin músicos ni instrumentos tocaba una sinfonía de acordes armoniosos que procedía de la Voz de la brisa mientras acariciaba mi piel y la superficie del mar. Los acordes me trajeron bonitas historias de personas que habían transitado y transitan por diferentes y mágicos caminos iluminados por las estrellas. La Voz me dijo: “Sé cómo el pájaro que bebe en la escarcha sin preguntarse por qué el rocío se ha congelado. Sigue adelante, camina recto y da pasos cortos y firmes. No formes parte de esa gente perdida que gira y gira en el laberinto de nubarrones de dudas e incertidumbres porque viven proyectados en un futuro irreal que lleva a ninguna parte; no olvides que la salida del laberinto es el presente y se forma con las decisiones que ayer se tomaron”.

Caminaba por la arena y reflexionaba sobre esas palabras tan certeras mientras oía una bonita canción que la brisa cantaba: “Dios es éxtasis y alegría, qué hermosa es la obra divina en su belleza y armonía, regalando vida a cada instante, haciéndonos sentir cálidos momentos de serenidad mientras sentimos cosquilleos de felicidad”, al mismo tiempo veía como las olas creaban imágenes que se entrelazaban y danzaban, lanzando al viento sus historias y oía la risa de esas siluetas que me miraban sonrientes. Mientras oía esa melodía tan pegadiza, pensaba: “Las palabras crean y construyen nuestros deseos o sabotean nuestros esfuerzos, debilitándonos y confundiéndonos, para perdernos esos pequeños e inolvidables momentos”.

Muchos de nosotros nos preguntamos a lo largo de los días: ¿hacia dónde voy?, ¿cuál es mi destino?, ¿cómo debo actuar ante esta situación?, y un sinfín de otras preguntas cuyas respuestas no encontramos porque no sabemos escuchar ni ver las señales que nos envía nuestra alma.

Cuando las respuestas llegan sentimos esa suave alegría y oímos el canto de la brisa y las risas de alegría de esas memorias que nos envían señales para decirnos que no estamos solos, que las apariencias engañan.

Estamos tan cómodos en nuestro pequeño mundo del sofá que no nos damos cuenta de que a veces caminamos sobre un arcoíris que nos lleva hacia el mundo de la alegría y de la serenidad, pero enseguida regresamos a nuestra rutina y confort, pues pensamos que no somos dignos de esa alegría, pues algo va a pasar, lo que nos hace regresar a ese ritmo plano porque el corazón ha dejado de golpear.

No podemos subestimar la fuerza de nuestros pensamientos, palabras o acciones; todo tiene repercusión en positivo o en negativo, haciéndonos vivir una realidad u otra dependiendo de nuestras decisiones, pero tenemos un regalo divino que es el libre albedrío y podemos elegir, cambiar o anular lo que hemos creado en bien o en mal, de ahí nuestra responsabilidad sobre nuestra vida —caminar por el arcoíris de colores o bien caminar por el oscuro sendero donde la gente se pierde porque no hay vida—.

Cuando caminamos por el arcoíris vemos la vida en colores, sentimos alegría y serenidad y, al mismo tiempo, coraje y valentía para enfrentarnos a los miedos de los oscuros senderos. El arcoíris nos muestra la luz que hay dentro de esa oscuridad y nos guía hacia nuestro destino si se lo permitimos. Esa luz es realidad y vida y es más real que la vida misma.

No podemos olvidar que las estrellas alumbran a los que viajan con pasos lentos y firmes por los diversos caminos de la vida. Ellos han cambiado su actitud tomando decisiones —certeras o equivocadas— y ahora cabalgan con la brisa por un camino donde los ecos de las lamentaciones han sido reemplazados por una sinfonía de mil acordes y colores.

Las palabras elegidas construyen nuestra vida con sueños y amores, o bien sabotean nuestra vida con apatía y dolores, la decisión nos pertenece.

Hay que aprender a interpretar las señales que la Voz nos envía para reaccionar, vapulear y mejorar la vida.

(foto privada)