Instante eterno

Instante eterno

Has vuelto después de tanto tiempo,

¡Cuánto te he echado de menos!

Aunque en mis recuerdos

Mil veces, he revivido tus besos,

Ahora, por fin, unimos nuestros cuerpos

En la eternidad del momento,

mi piel se eriza al contacto de tu piel,

tu sonrisa me funde en tus labios,

fusionando palabras y susurros de amor.

La aurora con sus colores

me devuelve a la sombra realidad,

ya echo de menos tu cuerpo

fundiéndose en mi piel

en esa danza de amor y pasión.

Con tristeza agradezco

a ese momento que llamamos sueño,

el haberme entregado ese instante eterno.

No quiero abrir los ojos y verte marchar

otra vez en el tiempo.

La danza del nuevo día

se mueve al compás de la fantasía,

de rayos dorados, preludio de luz

aunque deseo que las estrellas vuelvan

para seguir soñando.

Eres instante donde oscilamos

entre la existencia y el olvido,

llévame fuera del sueño

a ese instante eterno

haciendo el amor en el universo,

uniendo nuestros cuerpos

en la eternidad del momento.

La Paz como camino

La Paz como camino

Como decía Mahatma Gandhi, “la Paz es el camino”. La Paz, además de ausencia de violencia y de conflicto, es una actitud, no una simple palabra o pensamiento que suena bien en nuestra vida. No habrá paz en nosotros ni en el mundo hasta que la paz no sea una cualidad intrínseca en cada una de nuestras conciencias. No podemos decir que hemos cambiado y seguir siendo la misma persona.

Paz, maravillosa palabra y actitud que atrae a millones de personas; pero pocas están dispuestas a salir de su pereza física, de la inercia para no seguir repitiendo «total… yo no puedo hacer nada»; hay que luchar y hacer el esfuerzo necesario para evitar las situaciones conflictivas en nuestras vidas. Nos gusta aconsejar o criticar a los demás sin ver nuestra apatía, siempre se «ve mejor la paja en el ojo ajeno», nosotros no vemos la nuestra, aunque nos esté molestando hasta herirnos en lo más profundo, es más fácil ocuparse de los demás que de uno mismo.

AHIMSA, palabra sánscrita que significa “no violencia”, —utilizada por Mahatma Gandhi para definir su movimiento de no violencia— se construye en los Pensamientos, Palabras y Acciones de cada uno de nosotros.

Los Pensamientos residen en el cuerpo mental y es donde se originan las ideas positivas y negativas que transformamos en palabras y acciones, haciéndonos sentir bienestar o malestar.  Los pensamientos son el resultado de nuestras experiencias que hemos creado gracias a nuestras decisiones, decisiones tomadas o no tomadas; nuestras decisiones siempre tienen repercusiones.

Las Palabras son manifestaciones de nuestros pensamientos, sentimientos, emociones y debemos ser cuidadosos y respetuosos con lo que decimos. Hay palabras sabias, vacías, hirientes o que matan y esto se manifiesta a través de las acciones positivas o negativas. Una vez pronunciada una palabra no hay vuelta atrás;   las palabras son flechas que una vez lanzadas se dirigen hacia su objetivo; a veces, clavamos o nos clavan en el corazón esa flecha, siendo muy difícil extraerla, debido a su profundidad. Las palabras positivas van dirigidas al corazón de la otra persona, haciendo que su magia obre milagros. Hemos olvidado el respeto y el compromiso a la palabra dada y esto significa que nos hemos olvidado del «honor», del compromiso como ser humano. Nuestras palabras nos pertenecen, nunca podemos hablar por boca de otra persona porque sus experiencias, emociones y sentimientos le pertenecen; lo que sí debemos hacer es aprender a escuchar para comprender o conocer mejor a esa persona.

Las acciones son las manifestaciones de nuestros pensamientos y palabras, caricias y puñaladas en nuestra vida. Si controlamos nuestros pensamientos y palabras negativas y violentas, pararemos inmediatamente nuestras acciones agresivas, evitando sufrimiento y dolor e incluso muerte a nuestro alrededor, tanto física como psíquicamente.

Millones de renglones se han escrito a través de los tiempos sobre la paz; pero en pleno siglo XXI seguimos inmersos en graves conflictos de guerras, masacres, corrupción, violaciones de los derechos humanos… La solución a todos esos conflictos es tener una actitud digna que nos lleve a la paz, a AHIMSA. Hay que ser conscientes de que no existe la panacea, no hay remedios milagrosos. Todos llevamos una llave en el corazón que abre las puertas a la paz y a la alegría, esa llave se llama Amor y encontrarla es nuestra responsabilidad.

Solo la transformación de la violencia en la paz nos ayudará a transformarnos y a cambiar nuestra vida. Si realmente deseamos la paz, este es el camino y es nuestra responsabilidad porque no podemos seguir posponiendo el compromiso de la Paz. Ha llegado el momento de comprometernos con nosotros mismos.

La vida tiene su propio latido, el amor a la Humanidad y a todos los seres vivos.

Inspirado en “La Naturaleza Sagrada del Ser Humano”.

El laberinto de la vida

El laberinto de la vida

Vivimos en un laberinto cuyos caminos son arduos y complejos, poniendo a prueba cada día nuestra conciencia. Los caminos están llenos de trampas, engaños, manipulaciones, mentiras; tenemos pocos momentos de felicidad, de risas porque hemos olvidado ser amables y agradecidos. Nosotros somos el camino y debemos crear nuestro propio recorrido; por sí solo el camino no nos lleva hacia la salida del laberinto, nuestro destino.

Nos hemos acostumbrado a vivir bajo nuestra piel de lobos, en ese mundo de tragicomedia, cayendo en las trampas cubiertas de flores blancas; trampas de ambición, de egoísmo, de querer alcanzar la cima, cueste lo que cueste; lo que nos produce un profundo estado de inconsciencia y aflicción porque la vida nos devuelve a la confrontación de nuestras acciones y reacciones haciéndonos vulnerables y lamentándonos más tarde.  Antes de una confrontación, debemos explorar nuestro desorden más profundo para encontrar nuestro orden. Como decía Nietzsche, “se necesita el caos en sí mismo para dar a luz a una estrella que baila”.

En este laberinto hay muchas clases de reglas, normas y leyes que rigen nuestras vidas, pero podemos agruparlas en dos. Ley del Gobierno y Ley de la Conciencia. La Ley del Gobierno es necesaria para mantener el orden y una convivencia pacífica entre los ciudadanos, aunque es imperfecta y contiene muchas fisuras. La Ley del Gobierno no es suficiente para alcanzar la paz ni la justicia, hay muchos políticos y personas influyentes que se creen por encima de la ley y hacen lo que desean sin importarles las consecuencias hacia los demás. Todas las decisiones tienen repercusiones en las personas.

La Ley de la Conciencia, es innata a cada alma, por lo tanto, personal, y nos incita a un comportamiento correcto de respeto y justicia, de generosidad y tolerancia, de dignidad y libertad; por eso, la Ley de la Conciencia es nuestro legado a la Humanidad. Esta Ley es el barómetro de nuestro propio desarrollo. Todos dejamos en nuestra vida una huella positiva o negativa en la familia, en los amigos, en los colegas o incluso en las personas anónimas que nos encontramos una vez en la vida; solo depende de nuestro comportamiento que sea una huella de amor o una huella de indiferencia.

A través de nuestra historia, el ser humano ha dejado su huella en el arte, en la poesía, en la música, en la arquitectura… dejando una estela de amor en la piedra… Hemos vivido periodos de renacimiento y muerte y, en la actualidad, con tantos progresos científicos e industriales que permiten vivir mejor en algunas partes del planeta, aunque en otras peores; nos hemos vuelto a olvidar de lo más importante de la vida, el ser humano con su dignidad y libertad. Nuestros días son una carrera sin fin, frenética, sin rumbo que no nos permite ver lo que ocurre a un paso de nosotros. No nos preocupa esa persona que pasa a nuestro lado porque en el fondo no nos preocupamos por nosotros, la ignoramos como nos ignoramos y si tenemos prisa la empujamos y pasamos por encima que es a lo que estamos acostumbrados.

Nos estamos convirtiendo en robots de inteligencia artificial, sin emociones ni sentimientos donde ser agradecidos, amables, sonreír y disfrutar de la vida y de la compañía de otras personas, ha quedado relegado a un mero diseño de latón, de pantallas haciéndonos sentir que somos alguien si tenemos miles de amigos virtuales, pero en el fondo somos infelices, estamos deprimidos y caemos en un abismo de violencia y dolor por nuestra soledad detrás de un ordenador.

El curso del tiempo no lo podemos parar ni tampoco podemos volver atrás, pero sí podemos transformar ese robot artificial en humano emocional, buscando la manera de volver a sentir que todos somos seres humanos y necesitamos dignidad, respeto y libertad para continuar nuestro camino y llegar a nuestro destino, la salida del laberinto.

Recordemos que somos el súmmum de la creación.