Paz y libertad. Cuestiones abiertas

Paz y libertad. Cuestiones abiertas

Estamos tan acostumbrados a oír malas noticias que muchas de ellas las banalizamos, nos sorprenden un día, pero al día siguiente son un recuerdo que transita en medio de la bruma.  No podemos ignorar lo que sucede a nuestro alrededor. Hay que seguir alzando la voz por la paz y la libertad para que su vibración resuene en todo el planeta y toque las fibras de las almas sensibles y despierten a otras muchas personas que viven tranquilas porque se han dormido al timón de sus vidas.

Paz y Libertad, dos grandes y maravillosas palabras que han costado muchas vidas para que sigan brillando, su voz no se ha apagado porque es la fuerza vital de cada ser humano. Si echamos una mirada al mundo, vemos un caos humano de tal dimensión que se les está yendo de las manos de aquellos que lo han provocado y cuyas consecuencias serán aún más graves si no se toman decisiones urgentes para solucionarlo. Los líderes deben ser conscientes de que los ciudadanos tienen derecho a la vida en lugar de a la muerte; derecho a construir en lugar de destruir; derecho a la educación, vivienda, sanidad en vez de armas y guerras.

Hay muchas preguntas abiertas sin respuestas y muchas acciones de violencia sin resolver. El problema de los inmigrantes es escalofriante, cientos de miles de personas han tenido que dejar sus casas, trabajos, familias, países, costumbres, culturas… para huir de un infierno y llegar a otros países donde las murallas son tan altas que es imposible escalar, creando guetos donde la miseria, el hambre, el frío los mata; éxodos de personas donde gran parte de ellas han muerto en el viaje, y otras han sufrido vejaciones hasta en su alma. Su realidad ha sido otra muy distinta a la que soñaron.  África, territorio de contrastes, especias, colores…, es estremecedor lo que sucede en ese gran continente rico y variado; tantísima miseria, guerras, luchas, reyertas, pugnas por el poder… Personas que mueren de hambre e indigencia en medio de tanta desolación.  Asia, continente de culturas, religiones, grandeza y riqueza…, guerras, de religión, de poder, de esclavitud, lo mantienen en el yugo de la opresión. América, continente de gran variedad, de culturas ancestrales, de diversidad, de riqueza, pero las guerras por el poder, la corrupción, matanzas de aborígenes y culturas, destrucción de selvas hiriendo los pulmones de la tierra…, lo están destruyendo.  Todo este desastre ecológico, humanitario, económico lo han creado seres humanos inhumanos. Los que están en el poder —gobernantes, políticos, financieros, religiosos—, muchos de ellos buscan lucir en sus dedos anillos, mientras que el pueblo se muere de hambre y sufrimiento. Hay muchos líderes que se toman el derecho de decidir sobre la vida de los demás y esto es inaceptable. El ser humano nació para ser libre y no esclavo. La mezquindad del ser humano violento y codicioso es tan grande y cruel que, a veces, no reconozco que otro ser humano perteneciente a la misma raza de la Humanidad sea el creador de tanta depravación. Todos los seres humanos tenemos el derecho a una vida digna y ningún otro individuo debería arrebatar ese derecho.

La Paz y la Libertad pertenecen por igual a todos los hombres y mujeres que habitan el planeta, sin discriminación. En todos los rincones del planeta donde habita el ser humano existe el mismo denominador común, sufrimiento, desolación, caos, pobreza y miseria, creando una crisis humanitaria sin parangón. Millones de personas sufren este dominio de fuerza e intransigencia, pero algún día el poder de la voz, de la Paz y Libertad vencerá al poder del sinsentido de la violencia.

Si no damos un paso hacia la paz y la libertad, los déspotas que forman parte de esa raza deshumanizada aniquilaran toda esperanza, porque son portadores de un virus de crueldad que viaja desde un extremo al otro del mundo, creando una pandemia de violencia sin piedad.

Abrir la caja de Pandora

Abrir la caja de Pandora

Cuando abrimos nuestra caja de Pandora, consciente o inconscientemente, no sabemos a lo que nos podemos enfrentar, pues, no tenemos ni idea de su contenido, pese a que todo lo que contiene nos pertenece; la gran mayoría de las veces no son buenos recuerdos, son cicatrices supurando que nos siguen haciendo daño por mucho que las queramos esconder con maquillaje. Para tomar la decisión de abrir nuestra caja de Pandora es necesario, valentía y sabiduría y tener el perdón como escudo, para poder perdonarnos y poder perdonar, pues, sin perdón, las consecuencias de nuestros actos tendrán aún peores consecuencias para los demás. Es esencial abrirla y evitar más relaciones nucleares devastadoras en nuestras vidas.

Todas nuestras experiencias nos pertenecen por ser nosotros sus creadores, hemos tomado decisiones o no las hemos tomado, muchas veces, pensamos que si no tomamos decisiones y nos mantenemos al margen de una situación o, bien, esperamos que otras personas hagan nuestro trabajo y se mojen por nosotros, estaremos a salvo y protegidos, pero nos equivocamos, todos somos responsables de nuestros actos. De nuestras experiencias sacamos vivencias, personalidad y estas tienen un impacto sobre los demás, bien en positivo como en negativo, pudiendo ser vencedores o víctimas.

Nuestra caja de Pandora guarda todos nuestros secretos y experiencias, así como nuestras armas empleadas a lo largo de nuestra vida, flechas, balas, palabras lanzadas que no podemos retener —unas han causado daños leves y otros daños muy graves—. Esas acciones nos hacen esclavos de nosotros mismos y esa agresión la volcamos hacia nosotros y hacia los demás, causando mucho daño. Nadie puede liberarnos de nosotros, excepto, nosotros mismos; con esfuerzo, disciplina, voluntad y consagrando tiempo y energía a nuestra vida, las experiencias y los recuerdos serán menos dolorosos, más gratificantes y no mortíferos.

A veces, creemos que la violencia es el arma más directa y radical y la utilizamos para terminar más rápido con el problema; pero la verdad es que la violencia siempre tiene resultados temporales, dejando a su paso ruinas, devastación, dolor, venganza, cicatrices que no se cerrarán porque nunca dejarán de supurar. En cambio, la paz es duradera y deja a su paso serenidad, alegría, justicia, desarrollo y progreso… A la paz se llega con diálogos y compromisos serios y reales, para ello, hay que conocer los conflictos, sus causas, mirarlos de frente para poder encontrar soluciones factibles, pacíficas y favorables para todos.

Nuestras experiencias, vivencias, situaciones nos llevan a comparaciones, competiciones y conflictos, todos vemos nuestro mundo, nuestra vida de forma diferente, ya que la miramos con gafas de diferentes colores y vemos según nos conviene. Muchas veces, echamos la culpa a los demás porque no queremos ver ni ser responsables de nuestro comportamiento, pues esto implica que nuestro podio se rompe y nuestra caída es estrepitosa, rompiéndonos también en mil pedazos.

Tal y como sucede con nosotros, la caja de Pandora de la Humanidad está llena de conflictos internos y externos, de pobreza, de miseria, de crisis climática y no queremos darnos cuenta de su gran alcance y graves consecuencias para el planeta y la humanidad: falta de agua y de alimentos que provocan y provocarán mayores éxodos aún, graves problemas de relaciones humanas, de religiones, de injusticias, de esclavitud, de racismo, de corrupción, de drogas, de desempleo, de guerras, de no respetar los derechos humanos, de desigualdad de la mujer, de esclavitud de los niños… Nos estamos acostumbrados a todas estas terribles situaciones y pensamos que están lejos de nosotros, pero todo está a la vuelta de la esquina. No podemos salvar al mundo, pero sí podemos cambiar nuestro entorno personal y, poco a poco, con la esperanza iremos creando un mandala de paz y serenidad que se extenderá por todo el planeta y la humanidad, así la caja de Pandora se vaciará y no nos dará ocasión para futuros conflictos.

Tenemos que llenar nuestra vida de amor, compasión, amistad verdadera, serenidad y armonía para eliminar todos los sentimientos negativos que nos corroen por dentro, como decía Gandhi: “el odio es como el ácido que corroe el recipiente que lo contiene”.

 

Sin justicia no hay paz

Sin justicia no hay paz

La gran mayoría de las personas desean la paz, pero muy pocas luchan o se involucran con responsabilidad para buscarla. Hay que comprender lo que significa y sentirla dentro de nosotros mismos, solo así podemos compartirla con los demás. Paz, no solo es ausencia de conflicto, es luchar por el bienestar de todos con serena determinación.

Los conflictos y guerras creados por el hombre a través de la historia de la humanidad, son innumerables, terribles e inaceptables. Muchas personas no quieren enterarse de lo que pasa y lo ignoran, aunque es imposible en estos momentos, debido a las redes sociales.   Este trágico conflicto no puede tener como solución las armas; para solucionar el conflicto, los gobernantes, políticos, financieros, religiosos deben comprometerse seriamente en una negociación real y sincera. La vida humana es la que está en juego y con ella no se puede jugar a los dados.

La tragedia de las guerras y sus terribles consecuencias en el ser humano son horribles e inaceptables; pasarán muchas generaciones antes de que las víctimas, por racismo, violencia, emigración… borren de su memoria este dolor y sufrimiento, están dañados de por vida física y psicológicamente, y, en el alma llevan una herida abierta que solo la paz y el amor pueden curar. Hay que respetar el don sagrado de la vida de todos los seres humanos, sin excepción.

La crisis humanitaria que en estos momentos padece el mundo es atroz, debido a la crisis migratoria de cientos de miles de seres humanos en un estado de desesperación tan profundo porque sienten que su vida no vale nada y prefieran morir a seguir viviendo en el infierno. A todas esas personas que han dejado su vida en el intento por buscar un mundo mejor no se les puede olvidar y hay que rendirles homenaje por su fortaleza y determinación, y, a las que han llegado a un destino, tenemos la obligación de ayudarles y no encerrarlas en campos de refugiados donde la miseria es reina absoluta.

Los gobernantes que han provocado esas guerras, deben parar y rectificar su actitud, deben buscar una solución urgente para pacificar sus países y, así, esas personas que sufren el éxodo podrán volver a sus casas y dejar de huir. Todos los seres humanos tenemos derecho a vivir en seguridad, libertad y paz.

Sin justicia social no se puede crear una sociedad justa ni próspera, es necesario, que todos los seres humanos tengamos las necesidades primarias cubiertas —trabajo, casa, sanidad, educación, seguridad, libertad— para que podamos vivir, aprender y seguir evolucionando. Hay que trabajar la tolerancia, el respeto, la honestidad y la dignidad. Solo cuando nos sentimos dignos somos capaces de crear belleza.

Hago un llamamiento a la responsabilidad de los líderes para que cada uno de ellos, en su ámbito, haga todo lo necesario para que la justicia se respete y se cumpla. La vida es un don sagrado y nadie debe arrebatarla.

 

 

 

 

Hoy no es un día cualquiera

Hoy no es un día cualquiera

Ha llegado el momento de asumir los designios del destino, por lo que hoy no es un día cualquiera. Hoy levantamos nuestras banderas de guerreros de la paz para que juntos establezcamos una armonía y una sinergia que alcance a todos los seres humanos del planeta en una danza sublime y conmovedora, para que las dudes, los temores y los miedos se apacigüen con el bálsamo del amor y de la esperanza y así liberar toda nuestra fuerza y energía para poder seguir adelante con nuestro objetivo: la paz, con la confianza que procura bienestar a todos aquellos que sienten que forman parte del Alma Universal.

Hoy no es un día cualquiera porque los guerreros de la paz se han unido en un canto de alegría que llena el aire de hilos luminosos que tejen las voces de millones de personas exigiendo paz; luces que como estrellas fugaces traen deseos de esperanza, deteniendo el tiempo en un momento de serenidad y sosiego.

La belleza de los rayos del sol, declinando su luz, dando la bienvenida al ocaso, con sus colores y belleza, saludan al océano de las estrellas… Hoy no es un día cualquiera porque el reino de la noche nos brinda el perfume de sus damas que endulzan el aire para que los espíritus nocturnos se serenen y descansen, dejando que la magia de la noche con su gracia y misterio den paso a la llegada del alba que con su esfera dorada y bermeja saluda y da la bienvenida a la otra mitad del planeta donde nacerán nuevas historias e ilusiones, sabiendo en lo más íntimo del alma que hay que tener fuerzas para elevarse porque cada día cerramos un ciclo, saludando al ocaso y al amanecer… y con esa gracia que alegra al ojo humano nos hagan sentir que hoy no es un día cualquiera.

Han pasado miles de años y se siguen oyendo gritos que arañan el aire y sentimos que las gotas de luz que trae la lluvia no amortiguan ese dolor y que las lágrimas de millones de personas mojan la tierra haciendo que los demás podamos percibir ese olor a tierra mojada inundada de lágrimas de tortura y de angustia…; tierra que sufre y grita desde su interior, haciéndonos sentir que es hora de levantar las banderas de la paz para curar los arañazos de súplicas que rasgan el cielo; para deshacer las esculturas con espinas que nos atraviesan la carne y son trampas para nuestras almas.

Hoy no es un día cualquiera, aunque el sufrimiento y la desesperación sigan desgarrando el aire que respiramos, contaminado por decisiones de algunos señores que solo piensan en dividir al mundo para tener más poder y mantener bajo su yugo a millones de personas. Noticias trágicas, familias desgarradas, sin esperanza, personas anónimas que se quedan en la cuneta del camino con su frágil esperanza; corazones rotos, llantos y algunas risas… Hoy levantamos las banderas de la paz para aportar luz y esperanza al enigma de nuestro presente y que nuestros pensamientos más profundos se unan en un mandala de compasión, de esperanza y de justicia.

Hoy no es un día cualquiera porque hemos decidido que ya no toleraremos más el sufrimiento atroz, horrible de millones de seres humanos, solo porque algunas personas tengan bulimia de guerra, individuos con corazones de metal, corazones ingratos que no saben lo que significa la compasión, la justicia, el respeto, la solidaridad; individuos que han olvidado lo que significa ser un Ser Humano.

Hoy no es un día cualquiera porque el amanecer nos trae el aire puro y suave como un bálsamo para nuestra vieja alma y nuestros ojos cansados para que podamos ver campos de lavanda, de girasoles, de almendros en flor; volcanes majestuosos que se levantan en medio de montañas y nos hacen sentir la grandiosidad de la Naturaleza; los rayos del sol nos bañan y nos acarician trayendo coraje y fuerza para mantenernos vivos y seguir luchando por los derechos de cada uno de los seres vivos que componen esta gran belleza natural que es nuestra casa, la Madre Tierra.

El sol, la luna, las estrellas, el aire, el agua, las montañas, los volcanes, los desiertos, los árboles, los seres vivos, todos y cada uno de los átomos que componen el universo y la naturaleza se mueven y giran alrededor de la Luz, por esto, hoy no es un día cualquiera porque la magia de la vida nos aporta luz a nuestro presente inseguro para que las puertas se abran, caigan los muros y se tiendan puentes para que todos podamos seguir avanzando, conviviendo, aprendiendo mutuamente con solidaridad y respeto.

Hoy no es un día cualquiera porque levantamos nuestras banderas de la paz, entonando el himno de la alegría, con voluntad, con fuerza, con determinación y con coraje, para que reinventemos nuestras acciones, aprendamos de nuestros errores, reflexionemos que hay millones de seres humanos en la miseria y en un sufrimiento atroz. Tenemos que adaptarnos a las leyes universales del equilibrio y de la armonía, del amor y de la esperanza, yo las guardaré en mi corazón, en ese rincón sagrado de mi alma, para seguir compartiéndolas y seguir luchando por los Derechos de los Seres Humanos.

El camino dual de la libertad

El camino dual de la libertad

Uno de los deseos de la gran mayoría de los seres humanos es que la humanidad entera sea liberada de la violencia, de la injusticia; sea liberada de la intolerancia, de prejuicios y tabúes; sea liberada de despojar a las mujeres de sus derechos, este gran deseo es una lucha sin fin, hasta que se consiga la aceptación de que todos los seres humanos tenemos derechos y por supuesto obligaciones. Este deseo parece una utopía, pues todos sabemos que no podemos cambiar al mundo si no nos cambiamos a nosotros mismos, como decía León Tolstói, pero juntos podemos transformar la violencia de la injusticia en justicia y libertad.

El ser más complejo que existe en el planeta es el ser humano; todos llevamos en nuestro interior el sello de la dualidad para elegir nuestro comportamiento, como he dicho, el ser humano tiene derechos y obligaciones, cada acción tiene una reacción, la gente herida hiere a su vez a otras personas porque vivimos en la dimensión del “debe” y “haber” y nadie aprende con la experiencia del otro. Siempre es un camino personal e intransferible, de ahí la importancia de conocerse para hacer lo correcto.

Cuando nos encontramos en el desierto de la soledad, abandonados, sedientos, temerosos, es cuando nos damos cuenta de nuestra vulnerabilidad y nuestros demonios se reflejan como serpientes venenosas porque son una proyección mental de lo que sentimos. En esos momentos difíciles es cuando hay que vencer las flaquezas humanas y saber que la duda y el miedo son herramientas necesarias que se transforman en fuerzas para ayudarnos a salir de ese desierto y ver la realidad con discernimiento. También, podemos quedarnos y seguir viviendo en las sombras de los demonios mentales imaginarios.

La libertad va más allá del bienestar individual y social. La libertad abarca el alma y el cuerpo, ambos indisociables, y para ser libres es necesario conocernos para luchar por lo que realmente deseamos, no hay libertad mientras no hay respeto por uno mismo y por expansión, por los demás.

La libertad debe estar unida a la seguridad para llegar a la paz, nuestro gran deseo. Recordemos que somos el autor y el personaje de nuestra existencia, por lo tanto, conocer nuestra verdad es comprender la ilusión que la generó y esto se consigue cuando estamos en nuestra realidad, venciendo a nuestros instintos y cambiando nuestros hábitos.

Hay gente que vive en una paupérrima miseria moral y ética usando su violencia para masacrar la vida de seres humanos que no han hecho nada sino estar vivos, así esa gente va creando ciudades fantasmas de espantapájaros inertes donde solo sirven para dar la bienvenida a la muerte.  Con tanto odio, ira y miedo almacenados en sus corazones han olvidado que la libertad siempre tiene abiertas sus puertas y no deben tener miedo de cruzarlas, solo tienen que recuperar el respeto por ellos y por la vida.

El camino de la libertad es dual mientras vivamos en el planeta Tierra, sin embargo, también es el camino de la grandeza humana, donde la complejidad y la diversidad florecen cada día en todos los rincones de la tierra, creando filosofías, culturas, tradiciones para que las ideas de todos se mezclen y generen proyectos para un mayor bienestar. La humanidad somos todos.

“La única manera de lidiar con un mundo sin libertad es llegar a ser tan absolutamente libre que tu misma existencia es un acto de rebelión”. Albert Camus.