El arte de la alquimia mística

El arte de la alquimia mística

Somos hijos de la tierra y del cielo estrellado; por lo tanto, somos artesanos alfareros de nuestra obra.

La desventura, la humillación, la manipulación producen un dolor profundo que deja una huella para siempre si no sabemos sanarla desde su esencia, para ello es necesario atravesar el abismo entre la discordia y la armonía.

La vida comienza con caminos de esperanzas que van cambiando o no, de acuerdo a nuestros pasos; llegado el momento, los recuerdos de esa vida, que son un baremo de nuestras vivencias, nos harán tomar conciencia de nuestras decisiones, porque somos capaces de elegir entre el bien y mal en nuestro corazón.

La alquimia trabaja en profunda correspondencia con la mística para ennoblecer a la humanidad, uniendo el alma humana con el alma suprema del universo. El profundo deseo de saber nos lleva a realizar el máximo esfuerzo, antes de juzgar lo que desconocemos, debemos estudiar e investigar para comprender que la Sabiduría nos enseña que el corazón es libre y debemos encontrar el coraje para seguirlo, solo bebiendo de ella seremos conscientes de que la naturaleza en toda su gran dimensión es un ser vivo, que todo está en correspondencia (emociones con colores, planetas con metales —el sol con el oro, la luna con la plata…–); comprendiendo la interdependencia universal asumiremos nuestro rol en la tierra con tolerancia, respeto y compasión.

La mística es el camino espiritual que conduce al ser humano a la unión íntima con lo sagrado, a través de nuestro interior —somos maestros y discípulos, a la vez—, lo que nos permite trascender lo irracional; comprender que somos espíritu y materia. El espíritu se encuentra en cada lugar, cosa y en cada gesto, pues es la fuerza esencia que ES, materializándose en nuestro cuerpo para que podamos vivir, existir y ser; llegado el momento, la materia, también, se espiritualiza para comenzar conscientemente el camino vertical hacia los recuerdos primigenios. Esta energía, si no la sentimos y experimentamos, está fuera del razonamiento humano.

La alquimia es universal, ha estado presente en todas las civilizaciones antiguas —India, Egipto, Persia, China, Grecia antigua…—, es decir, es tan antigua como el ser humano.  Los antiguos alquimistas dejaron símbolos, imágenes para que otras personas pudieran comprender y descodificar esos “códigos”, ya que esos símbolos tocaban algo universal en su interior y abrían puertas en su mente, por ejemplo, la unión del sol y la luna como ejes de la vida. También esos alquimistas comprendieron que la naturaleza es una fuerza viva que contiene todo el conocimiento terrestre, pues sin ella nada existiría, ni siquiera nosotros, sin embargo, para adentrarnos en esa sabiduría hay que respetar sus leyes naturales (observarlas, conocerlas, comprenderlas) para que sus misterios nos sean revelados.

La mística y la alquimia se unen para realizar la transmutación (cambio de conciencia) en el corazón/atanor, donde los contrarios se disuelven y se crea el nuevo embrión de nuestro ser. De ahí la importancia de la alquimia en nuestra vida.  Lo sagrado no puede disociarse de la conciencia humana porque forma parte de su constitución, es un elemento de su estructura. Lo sagrado nos lleva a desvelar el misterio del hombre universal. Lo sagrado es lo que da sentido a nuestra vida; somos conscientes de por qué hacemos las cosas.

Cuando Carl Jung descubrió la alquimia, la consideró vital para conocer y transmutar la psicología de las profundidades.

“El yo es el centro de la conciencia, isla, (mundo conocido) que existe en el océano inconsciente (mundo desconocido), sede del Ser. El objetivo de cada ser humano es llegar a la individuación, ser indivisible, unidad.

Jung marcó cuatro etapas que debemos recorrer para llegar al Ser: 

Primera. Es la etapa de la confusión, de lo que no aceptamos, de lo que negamos. Nuestro yo se enfrenta a sus sombras.

Segunda. Es la fase de la correspondencia, todo está entrelazado. Asumimos, aceptamos, observamos sin juicios nuestras sombras. Es la etapa de la purificación. Es aquí cuando nos volvemos más seguros de nosotros mismos, empezamos a tener consciencia de nuestra isla y de nuestro océano. Empezamos a cambiar nuestra actitud.

Tercera. Encuentro con los arquetipos del subconsciente. El hombre posee parte femenina (Anima) y la mujer parte masculina (Animus). Uniendo a los contrarios nos elevamos como seres completos, sin discriminación. Aceptando que somos un todo, nos abrimos a una energía más sutil.

Cuarta. Es la unión del Ser con la Luz. Ser un humano universal que trasciende culturas, civilizaciones, tiempo/espacio”.

La mística y la alquimia nos llevan a la búsqueda de lo Absoluto. La bondad en el corazón es necesaria para iniciar el proceso en el atanor, horno alquímico. Estas pinceladas que he expuesto, son para que podamos comprender el proceso que se repetirá a lo largo de nuestra vida, una y otra vez, a medida que vayamos avanzando y evolucionando en nuestra conciencia.

El ser humano que busca conocerse es porque siente nostalgia de su Ser (aunque sea inconscientemente), se esfuerza por encontrar el sentido de su vida, y aunque su confusión y dolor lo hagan caer cientos de veces, su deseo de saber se fortifica para seguir su búsqueda; es vital conocer la intención de nuestros actos.

En nuestros días hemos dado la espalda a nuestra isla y océano, conciencia e inconsciencia, lo que nos genera confusión, malestar, violencia, ira al alejarnos de la unidad porque nos identificamos a las máscaras de las apariencias, estamos tan absortos en nuestro pequeño ego que creemos que somos más inteligentes e importantes que la naturaleza, cuando en realidad debemos ser humildes ante ella.

La mística y la alquimia espiritual se revelan a través de imágenes, símbolos para que podamos entender como humanos su significado, que no son fantasías imaginativas. Ambas ciencias se experimentan en nuestro interior y están envueltas en secretos, misterios que hay que investigar y descubrir para comprender que es en la unión de los contrarios cuando se engendra el embrión de la Unidad.

Realizar el arte de la alquimia mística como símbolo y conexión entre lo terrestre y celeste y viceversa, nos lleva a construir el puente que une el alma humana al alma suprema del universo, pues, somos hijos de la tierra y del cielo estrellado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La Ley no es Justicia

La Ley no es Justicia

La ley creada por los seres humanos debe estar sujeta a la Ley Universal del Orden, donde se unen los opuestos, vulgar y superior, solo así la Justicia podrá ser impartida por nobles personas cuyo discernimiento trascienda su mente y sus emociones humanas, así la Justicia abrazará esa Luz universal que todo impregna en su omnipresencia. En caso contrario, la ley creada por humanos sin escrúpulos ahogará a la justicia en el lodo de la corrupción, de la codicia y de la miseria humana. 

Cicerón, decía: “La Ley no ha sido establecida por el ingenio de los hombres, ni por el mandato de los pueblos, sino que es algo eterno que rige el universo con sabiduría del imperar y del prohibir”.

La Justicia indica cómo debemos comportarnos con los demás, siguiendo una Ley universal que es “no hacer a los demás lo que no quieras que te hagan” y esto es cumplir con nuestro deber y responsabilidad; la justicia es dar a cada uno lo que le corresponda, que todo esté en su lugar. Como decía Marco Aurelio: “la recompensa de una buena acción es haberla hecho”.

El ser humano cuando ama, respeta y vive de acuerdo con las leyes de la Naturaleza es un sol que irradia luz; el ser humano que no ama ni respeta vive en la ignorancia de los caprichos, sin puntos de referencia para evitar la violencia. 

El ser humano se caracteriza por el entendimiento del Orden Superior porque somos seres inteligentes, aunque hay humanos que no saben que poseen ese entendimiento o lo ignoran. Cuando sometemos nuestra mente a la ignorancia, al caos, al desorden, estos emergen de forma violenta y nuestra razón se hace incompetente para tomar correctas decisiones al alejarse del orden y caer en el desorden. Cicerón decía: “La fuerza es el derecho de las bestias”. Los que no controlan sus palabras ni actos, no controlan su mente.   “Es igual de peligroso dar una espada a un loco que el poder a un depravado”. Pitágoras

Como decían los presocráticos, “la polis” es el mesocosmos, mundo intermediario entre el macrocosmos (universo) y el microcosmos (humano). De esta forma, “la polis” recibe a ambas fuerzas —orden superior y orden humano—. Por eso, los antiguos sabios lucharon por instaurar la Justicia, como virtud, enseñando a los ciudadanos a pensar por sí mismos, elevando sus pensamientos para vencer la ignorancia que provoca la injusticia; los educaban en el Bien, como esencia superior. El orden en “la polis” necesita sabiduría, coraje, templanza, justicia y estas virtudes se desarrollan con equilibrio, discernimiento, responsabilidad y conocimiento.

Marco Aurelio nos dejó otro pensamiento: “Si el mundo apareciera ante nuestra mirada opaca y sin alegría, es nuestro deber iluminarlo y darle vida… La Luz siempre proviene del alma”.

Hay que temer a la injusticia, da igual la máscara o la etiqueta que lleve, porque solo produce dolor, miseria y caos y conduce a los seres humanos por senderos áridos; la injusticia les ha robado su fuerza vital, la libertad, al haberles arrancado sus derechos humanos.

Para que la Justicia triunfe hay que aprender a leer en el libro de la vida con sabiduría, lucidez, humildad y respeto, sin fantasías ni espejismos. La Justicia es el alma invicta donde yace el honor, la lealtad y los valores humanos que nos permiten ser dueños de nuestras vidas. La Justicia trae paz y es la llama risueña de una lámpara que desafía con su luz a las tinieblas, mejorando la vida de la Humanidad, dejando a un lado las impertinencias y opiniones sin sentido, la codicia y las ambiciones que traen consigo el poder sin sabiduría.

Leyendo el libro de la vida, aprendemos los valores morales y espirituales. Aceptando la pluralidad y las diferencias, aprendemos a ser los artesanos de nuestra vida, a tener el sentido honesto del deber y a armonizar los opuestos.

La Ley no es Justicia. Ambas pertenecen a las Leyes Universales y están entrelazadas. Los humanos las hemos separado y convertido en herramientas de control y miseria.

Para que la Ley y la Justicia vuelvan a brillar, debemos unirlas en su Esencia y devolverles todo su esplendor a través del Logos que todos poseemos.

La «Verdad» se encuentra en el deseo de saber quién soy

La «Verdad» se encuentra en el deseo de saber quién soy

Buscar la “Verdad” implica iniciar el viaje hacia algo superior, sublime, el AMOR. El AMOR es la esencia de quienes somos, por eso es importante trascender la manifestación de nuestra existencia para observar la otra realidad, el Ser. El Ser forma parte de la energía primigenia que siempre ES, el presente.

Comenzar este viaje de autoconocimiento es empezar a caminar por un sendero de álamos dorados y flores abiertas para que su perfume invada el aire y el canto de los pájaros cambien nuestro rostro sombrío por alegría. Este viaje necesita que llevemos dentro de nosotros el coraje, la fuerza, el entusiasmo, la prudencia y la voluntad para ir sorteando los diferentes obstáculos necesarios para fortalecernos e ir comprendiendo nuestra vida y el mundo, todo está entrelazado.

Vivimos en un mundo de vertiginosa rapidez, todo debe ser inmediato. Ya no existe el reflexionar pausado para observar las cosas, escuchar al otro e intentar comprender su sentir y el nuestro; cada persona lleva dentro de sí un combate que nadie conoce, por este motivo, la amabilidad y el respeto son fundamentales para el diálogo y su comprensión.

Es abrumador comprobar (si nos paramos un segundo a reflexionar) que cada ser humano es diferente, complejo y reacciona de mil maneras ante las diferentes situaciones de la vida, siempre lo hará conforme a sus propias vivencias —positivas y negativas—, y esto lo comprobamos continuamente a nuestro alrededor. Tenemos millones de ejemplos a través del planeta en los diferentes planos —político, financiero, judicial, social e individual—, por ello es vital antes de tomar una decisión conocer y tener un alto grado de responsabilidad sobre uno mismo, porque nuestras decisiones, si no son equilibradas, pueden dañar a una o a miles de personas y sus consecuencias tanto a nivel individual como global pueden ser desastrosas.

Todos somos diferentes y cada uno tiene su propia singularidad, sin embargo, queremos ser iguales, nos enfada la diferencia y es la diferencia, la nos hace ser únicos e irrepetibles y es, además, el motor de la evolución —la diferencia marca el compás de la Vida. Es la diferencia la que compone sinfonías. Es la diferencia la que hace bella la Naturaleza. Es la diferencia, el sello de la Humanidad—.

Aceptar y ser esa “diferencia” es ir al encuentro de la “Verdad”. En nuestro mundo manifestado la verdad absoluta no existe porque todo es diferente. Los antiguos filósofos (amantes de la verdad) —egipcios, chinos, japoneses, babilonios, siberianos, hindúes, griegos—, denominaban “Verdad” a la fuerza primigenia que ES (que siempre ha sido y será) y, por lo tanto, no es un concepto que podamos comprender con nuestra mente racional, debemos trascender para experimentar ese Principio Universal.

Ese anhelo de experimentar otra realidad nos pone en contacto con un ideal elevado que es imprescindible para trascender y conocer el sendero del Saber, si nos quedamos con la experiencia racional nuestros ideales estarán sujetos a apariencias, a los vaivenes de las circunstancias y son estas las que nos empujan al cruce de caminos donde tenemos que tomar una dirección si queremos avanzar o bien quedarnos donde estamos.

Cada individuo elige los materiales para esculpir su Vida.  Los que deciden ir al encuentro de la “Verdad” saben que deben aceptar la diferencia. La “Verdad” exige compromiso, autoconocimiento y esfuerzo porque es un trabajo personal e intransferible, tocamos lo más íntimo de nosotros —transformamos la desesperación en motivación, la angustia en serenidad, la ofuscación en fluidez…—, y esto se consigue cuando nos equilibramos, proceso reflexivo, pausado y tranquilo; Buda siempre hablaba del justo medio que proporciona el ánimo estable, la moderación y la prudencia.

La fuerza de la “Verdad” nos ayuda a comprender los contrarios, a observarlos y a aceptarlos porque sabemos quiénes somos, somos el Ser que siempre ES, presente. Todo forma parte de la Ley cósmica de la evolución. Buscar la “Verdad” es buscar nuestra singularidad, es vivir bajo el Principio Universal de la Armonía que todo engloba, es el camino que nos lleva a la energía de la Paz y de la Justicia. No podemos salvar a nadie y menos al mundo, pero sí podemos cambiar nuestra actitud pasiva en una actitud activa del “Bien”, así todos viviremos mejor individual y socialmente.

Si deseamos cambiar de vida es que empezamos a comprender que necesitamos algo más, sabemos que no podemos cambiar y seguir siendo los mismos, por lo tanto, tenemos que cambiar nuestra actitud para trascender nuestra vida cotidiana e ir al encuentro de la “Verdad”, y es ese deseo el que nos guiará y su impulso nos elevará hacia otra realidad.

(Foto privada)

 

 

 

 

 

HEKA, la magia de los dioses

HEKA, la magia de los dioses

Los seres que aceptan las enseñanzas que provienen de tiempos inmemoriales es porque su espíritu, así se lo sugiere, sienten ansia de buscar la Verdad, el Amor, la Belleza, esencias que le llevan a la armonía del Ser.

Esos seres se maravillan de los misterios de la Naturaleza y del Universo, así como de la naturaleza intrínseca y profunda del ser humano. Sienten el espíritu natural del alma del mundo y del alma humana, por eso sienten sosiego y equilibrio, energía que produce bienestar y coraje para explorar la vida; en tiempos pretéritos ese conocimiento y esa fuerza primigenia se denominaba magia, y el aprendiz a esa sabiduría tenía que pasar unos años de estudio y pruebas antes de las diversas iniciaciones, sabiendo que podía pagar un alto precio; el objetivo principal era recuperar la memoria primigenia, es decir saber quiénes eran y así saber de dónde provenían. Sabían que si eran capaces de recordar podían conectar con esa energía mágica que es el alma universal.

En el antiguo Egipto, a esa potencia creadora de unión, de relación, de transformación, de magia se la llamaba HEKA. Sabían que existía el macrocosmos —universo—, el microcosmos —ser humano— y la parte intermediaria que une a ambos universos, el mesocosmos que contiene parte del alma universal y parte del alma humana. Si logramos ser conscientes de estas tres partes, entramos en el mundo de la magia, de la unión, del universo de Maat, armonía donde la magia del Ser se hace realidad.

Los pájaros cuando vuelan en grupo dejan una estela para que los que vengan detrás puedan seguirla. Así, también nosotros seguimos las huellas de nuestros ancestros cuya trayectoria nos ha llevado al presente. Todo en la Vida está relacionado con nosotros mismos, con los demás, con la naturaleza y con el universo, y cuando rechazamos una parte, consciente o inconscientemente, nos sentimos mal, angustiados, cansados, tristes porque estamos en desequilibrio.

Cada civilización, cada sociedad ha tenido y tiene una visión diferente del mundo. Cada sociedad crea leyes para mantener un orden dentro de sus fronteras, aunque esas leyes no sean iguales para todos los ciudadanos, hoy en día el más fuerte es el que gana, no él más justo. Toda la sociedad necesita de una acción justa para evitar que gobernantes tiránicos impongan sus injusticias. Para evitar las injusticias es necesario que todos nosotros nos curemos el alma de la codicia del poder y dinero, de la mediocridad de ser débiles y no tener coraje para enfrentarnos a la vida; de la ignorancia que nos impide discernir para ver con claridad, del egoísmo que nos lleva a la indiferencia con otro ser humano. No olvidemos que la historia la hacen los seres humanos para bien y para mal, no los países como trozo de tierra ni los dioses.

Ya en tiempos inmemoriales se desarrolló un profundo conocimiento del ser humano, de la naturaleza y del cosmos —del ser humano como ente biológico y alma; de la naturaleza como un principio dinámico cuya fuerza todo mueve y se transforma creando vida para que los seres vivos puedan desarrollarse e ir más allá de lo aparente, yendo de lo uno a lo múltiple y viceversa; del cosmos como ente primordial que todo contiene y es fuerza creadora que genera Vida a través de la Conciencia Universal, en diferentes escalas, evidentemente. El cosmos es el caos ordenado para que la razón humana pueda comprender con todos sus cuerpos su verdadera naturaleza primigenia. Hoy en día hemos perdido la perspectiva del Ser y nos centramos en la pequeña mente racional donde todo se fracciona en lugar de buscar la unidad. Vivimos en lo opuesto a HEKA.

Para volver al mundo de la magia de los dioses hay que desearlo en el corazón dorado, hay trabajar sobre uno mismo, esforzase por comprender los enigmas de nuestra vida y de nosotros mismos, rompiendo velos para ver más claro; como decía Epicteto ir creando nuestra propia escultura, lo que implica quitar lo superfluo. Penetrar en el mundo de HEKA es reconocer el alma, elevar el espíritu hacia el Bien, esencia de Todo, porque cuando hacemos lo correcto todo se armoniza en nuestro interior y como consecuencia nuestro exterior, cambia. La persona está dispuesta a quitarse la máscara y verse como parte indivisible, individuo, entrando en la unidad y sintiendo la vibración de la magia de los dioses, HEKA. El humano que se maravilla de la naturaleza del universo, de la naturaleza como planeta y de la naturaleza del ser humano, vive la magia en su interior, vive libremente y la luz de su interior irradia a través de sus ojos.

Hoy en el siglo XXI pensamos que lo que tenemos prima sobre lo que somos, de ahí vienen el desequilibrio y el desorden tanto en la política social como individual, vivimos en un desorden interior porque nos hemos alejado del orden del cosmos. Hemos perdido el objetivo que es conquistar nuestra libertad y serenidad para poder vivir con dignidad y armonía. Si estamos en la dinámica de buscar la armonía, tomamos distancia de las situaciones, de las emociones y vemos las cosas con otra perspectiva, comprendemos las situaciones, las relaciones y no nos lanzamos de cabeza al conflicto porque nuestro discernimiento nos mantiene en el equilibrio, dejamos de estar en la reacción para centrarnos en la acción de construir y observar para aprender, pues todos aprendemos de todos.

HEKA, la magia de los dioses es el nudo invisible que todo entrelaza, que une el mundo visible de lo manifestado al mundo invisible del universo, cuya fuerza todo anima —el alma del universo, el alma del mundo, el alma del ser humano—.  Somos almas vivas y eternas y podemos sentir en todos nuestros cuerpos la armonía del Universo, principio de Vida. Solo tenemos que recordar para conectar, por eso los antiguos filósofos daban tanta importancia a la memoria.

Vivir en la magia del Alma, de la Vida que todo anima es vivir en otra dimensión donde la justicia y la dignidad son dioses que hay que respetar para vivir en Maat, diosa de la armonía, que gobierna el timón de nuestro Ser donde las potencias de lo Bello, de lo Justo, de la Verdad residen, así podemos vivir según nuestros parámetros sin necesidad de echar la culpa a otros de nuestra torpeza y errores, somos conscientes de nuestra responsabilidad, esta es la magia del ser humano.

Como he dicho anteriormente, la historia la hacemos las personas, no los países, ni Dios. Solamente, los seres humanos creamos el conflicto al olvidar el orden en nuestro interior, somos un reflejo del cosmos y no podemos olvidar los derechos y obligaciones que tenemos.

Aprender a vivir, aprender a observar, aprender a amarnos, aprender a respetarnos, aprender a deleitarnos con la Naturaleza que todo engloba, es HEKA, la magia de los dioses, así dejaremos una estela en el cielo y en la tierra para que los que vengan detrás encuentren fácilmente el camino.

(Libro: “La Naturaleza Sagrada del Ser Humano”. Dibujo Lorena Ursell)

La dimensión de lo invisible

La dimensión de lo invisible

Séneca, decía: “No hay que esperar a que pase la tormenta, hay que aprender a bailar bajo la lluvia”.

Aunque creamos que estamos bien porque tenemos un trabajo, una casa, familia, amigos, vida social, etc., nuestra serenidad y alegría depende del estado que sintamos dentro de nosotros siendo una actitud individual.

En la actualidad nos hemos acostumbrado a vivir bajo el dominio mental y hemos olvidado el corazón, sede de la sabiduría, de la intuición, de la imaginación, estamos perdiendo la memoria porque la delegamos pulsando botones y así nuestra creatividad, se apaga. La memoria es importante para recordar lo esencial que es conocernos.

El conocimiento universal irriga todas las civilizaciones, se ha transmitido oralmente y se han escrito obras sobre el coraje, la amistad, el valor, la justicia, el honor que han calado en lo profundo del ser humano, llevando al apogeo un saber que permitió un bienestar social, sin embargo, también la ignorancia, codicia y miedo de algunos hicieron tambalear dichos pilares de equilibrio creando caos y ruinas; y como todo es cíclico, vuelta a empezar.

El conocimiento es una fuerza manifestada de la sabiduría que proviene del mundo invisible.  Los antiguos simbolizaban esa fuerza como un círculo, con su centro, de donde todo emana; los radios van del interior al exterior y viceversa, así como de arriba abajo, es decir, todo está contenido en ese círculo: lo oculto y la apariencia; nosotros llevamos ese círculo, impreso en nuestro corazón.

Hay un denominador común en los seres humanos mientras vivimos en el mundo —sufrimiento, traiciones, celos y también alegría, amistad, confianza, es decir, estamos siempre en la lucha de los contrarios y esto es nuestra norma de vida—. Los extremos siempre son fuerzas poderosas de manipulación, esclavitud y control. Para equilibrar los opuestos es necesario llegar al equilibrio y para ello tenemos que conocer nuestra relación entre nosotros y los demás, tomar distancia para observar y así comprender nuestra situación y la del otro.

Los seres humanos cuando no entendemos tenemos miedo, por eso estamos tan apegados a nuestro mundo material porque sentimos algo parecido a la seguridad y al bienestar, aunque pocos viven una vida plena de serenidad y alegría. Sin embargo, si nos conocemos y podemos averiguar en qué nos equivocamos, qué deseamos enmendar y qué realizar, la dimensión invisible aparecerá como un sendero para que podamos caminar.

La dimensión invisible va más allá del conocimiento, nos enseña a relacionarnos con nosotros mismos, a tomar distancia para mejor observar, a pensar con el corazón, a ser eficaces porque somos lo que hacemos, nos da claridad de pensamiento y lo mejor es que esas experiencias se viven en la cotidianidad de nuestra vida.

Kabir dijo: “la vida es un juego entre el alma de cada hombre y Dios”.

Einstein dijo: “Soy en verdad un viajero solitario y los ideales que han iluminado mi camino y han proporcionado una y otra vez nuevo valor para afrontar la vida, han sido la belleza, la bondad y la verdad”.

La dimensión invisible nos conduce a la eternidad porque entramos en la dimensión de Maat.

Guía del canario que más sabe de las islas para conocer sus misterios: «Existen los encantamientos»

Guía del canario que más sabe de las islas para conocer sus misterios: «Existen los encantamientos»

  • José Gregorio González expone en ‘Guía mágica de Canarias’ los grandes misterios y leyendas que esconde el archipiélago

  • ¿Qué explica que miles de personas afirmen haber divisado San Borondón, la isla que aparece y desaparece?

  • Los avistamientos de luces misteriosas son populares en la islas, pero el periodista afirma que por el momento «no tiene una explicación»

Canarias, ese archipiélago del que parece que muchos solo recuerdan cuando tienen que planear sus vacaciones para disfrutar del buen tiempo, el sol y la playa, tiene mucho más que ofrecer. Desde las tradiciones propias de cada isla, a la gastronomía y las leyendas que envuelven sus parajes. De esto último sabe mucho el periodista José Gregorio González, autor de ‘Guía mágica de Canarias’ (Ediciones Luciérnaga), un libro que es una actualización del que ya publicó en 2015 y que para él ha sido “apasionante. Con cada tema que afrontaba surgían varios más dignos de ser plasmados”, cuenta a Uppers.

 

En sus páginas te alejas del sol y la playa para adentrarte en los misterios, la mitología o la magia que envuelve al archipiélago canario. A pesar de llevar décadas dedicándose a los secretos de Canarias, González asegura que creando esta guía ha descubierto muchas cosas que le han sorprendido de las que no tenía conocimiento y que, obviamente, ha plasmado en el libro para todo aquel que quiera saber más sobre San Borondón, los guanches o las leyendas que forman parte de las costumbres y fiestas canarias.

 

¿Hay algún misterio que se haya quedado fuera y que tenga ganas investigar? 

Hay bastantes, en especial historias relacionadas con los archivos de la Inquisición en Canarias sobre pactos con el diablo o brujas vampiras. También hay personajes en el ámbito religioso que fueron señalados como hacedores de prodigios. Una cosa que me encantaría hacer en el futuro es sumergirme en aguas de Pechiguera, en Lanzarote, para filmar unas estructuras submarinas que parecen artificiales, callejuelas, escalones, plataformas, es muy sugerente.

 

¿Cuál de todos los enigmas es el que más interés te despierta? 

Soy una persona extremadamente curiosa, de manera que me involucro con verdadero interés en todos. Puestos a elegir, me encanta el enigma de las ‘luces populares’, extrañas luminarias que muestran un comportamiento aparentemente inteligente y que son vistas de manera recurrente, desde hace siglos, en diferentes islas. Me fascina su duración, las reacciones que parecen tener, el número tan grande de testigos… La Luz de Mafasca en Fuerteventura o el Hacho de La Laguna, en Valleseco, Gran Canaria, son dos ejemplos.

 

¿Uno sobre el que te gustaría conocer más? 

Hay un caso ocurrido en La Palma, en 1628, conocido como El Alma de Tacande. Fueron 87 días de fenómenos paranormales que llevaron al Obispado a abrir una investigación y, tras eso, ordenar a todas las parroquias que oficiaran una misa con la que dar luz a dicha alma. En la crónica de ese caso hubo interrogatorios y objetos que surgieron de la nada o marcas dejadas por manos invisibles. Me encantaría encontrar esos documentos y materiales.

 

¿Crees que las Islas son los restos de la Atlántida? 

La historia de Canarias, desde el punto de vista mitológico, está vinculada a la Atlántida. En cuanto a lo geológico y cultural, yo soy partidario de un modelo de Atlántida diferente, vinculada con la configuración de los territorios antes de la última glaciación. En esa etapa, las costas atlánticas de África, la enínsula Ibérica y Canarias eran muy diferentes y el clima era muy propicio para el establecimiento de una gran cultura, como el Sahara como un vergel. Eso cambio al derretirse el hielo y subir el nivel de las aguas. Creo que la Atlántida era una gran civilización ribereña que tuvo que dispersarse, no un continente que se hundió en medio del Atlántico.

 

 

¿Por qué nos fascina tanto el misterio de San Borondón? 

Una de las claves está en que evoca a los paraísos perdidos y las tierras por descubrir, algo que movió a la humanidad durante milenios. Hoy la tecnología nos permite rastrear al milímetro el planeta, y la posibilidad de que existan territorios por explorar, ciudades por descubrir o incluso animales desconocidos, es estimulante. San Borondón nos remite a una isla perdida, escurridiza, envuelta en un encantamiento, en la que se creyó con tanta fuerza que se enviaron expediciones en su búsqueda, además de tener su propio obispo y capitán general. Se cuentan por miles los testigos que la han visto en el horizonte, apareció en una decena de mapas antiguos, fue perfilada numerosas veces, empapando la cultura e identidad canaria. La más reciente observación, con fotos incluidas, fue del diciembre pasado, con lo cual, el fenómeno que originó la leyenda sigue activo.

 

¿A qué cree que se debe el origen de la isla que aparece y desaparece?

Posiblemente es un tipo de espejismo o efecto óptico, con sus rarezas, según los expertos. No son nubes ni es la sombra del Teide, de manera que, descartando que realmente sea una isla fantasma, la solución debe estar en lo óptico. En Canarias existe el fenómeno de los ‘encantamientos’, que nos remite a ciudades y poblados que aparecen en el mar o tierra adentro en determinadas fechas, como la víspera de San Juan. No obstante, geológicamente hablando, el nombre de San Borondón se le asignó a uno de los muchos islotes submarinos que han sido descubiertos por los buques oceanográficos.

 

¿Se comunicaban los guanches de una isla a otra? 

Ese es un debate que sigue abierto. Hay alguna leyenda, como la de Gara y Jonay, que habla de comunicación entre La Gomera y Tenerife, además de referencias en la crónica normanda Le Canarien y especialmente en la obra de Leonardo Torriani. Este ingeniero genovés enviado a las islas por Felipe II planteaba una ruta costera por Gran Canaria, navegación entre Gran Canaria y Fuerteventura, y entre Gran Canaria y Tenerife. Pero, salvo algunos grabados rupestres y lecturas toponímicas, no tenemos restos de estas embarcaciones. Por eso se sigue discutiendo, pero el sentido común también apunta a la existencia de navegación.

 

¿Eran muy diferentes sus costumbres entre islas? 

Las fuentes escritas, las orales y la investigación arqueológica revelan una cultura troncal, es decir, pertenecían al mismo ámbito bereber, pero seguramente eran de tribus y localizaciones geográficas distintas. Eso, y la propia evolución por islas, así como las influencias externas, fueron diferenciándolas en detalles distintivos, como el tipo de construcciones, el arte rupestre, etc.

 

¿Tenían los ojos azules? 

Un porcentaje importante, quizá un 30-35%, los tendrían claros, como el pelo y la piel, predominando el pelo castaño. Eran sujetos altos y fuertes, adaptados a una vida en la naturaleza. Todo ello los singularizaba físicamente frente a los europeos.

 

¿Cuáles son los principales misterios que sigue envolviendo a la población guanche? 

Muchos. Su lugar exacto de procedencia, el origen de su técnica de momificación, los contactos que mantuvieron con otras culturas, el significado de su escritura y arte rupestre, la utilidad de las pintadera e ídolos, la localización de las grandes necrópolis guanches, etc.

 

¿Qué se sabe de las pirámides de Güimar? 

El debate sigue abierto y creo que hace falta valentía para llevar a cabo una verdadera investigación arqueológica que disipe las dudas. En su momento se hicieron sondeos, muy condicionados por la posición belicosa de la Universidad de La laguna.

 

¿Cree que están más relacionadas con la agricultura o con la astronomía? 

Astronomía y culto astral, aunque ligado a la productividad de la tierra y el ganado, todo ello en un contexto aborigen. Sin embargo, las estructuras actuales, de gran monumentalidad, fueron ampliadas y ‘mejoradas’, siguiendo un modelo anterior, por agricultores en el siglo XIX.

 

Habla en el libro de los avistamientos de luces misteriosas. ¿Ha visto alguna? 

En el libro abordo las luces populares, un fenómeno muy misterioso vinculado al ámbito rural, y también menciono el tema OVNI, que tiene un componente, al menos en apariencia, más tecnológico. OVNIs no he visto, pero luces populares sí, en el interior de la Caldera de Taburiente, en una madrugada en la que nos vimos obligados a acampar en un barranco. Fue fugaz, pero las vimos muy próximas.

 

¿Cómo cree que se explican? 

Una vez investigados y descartados aquellos casos que no son genuinos, para el resto de alta extrañeza, no tengo explicación para ninguno de los dos fenómenos. Hace unos meses se publicó un estudio muy riguroso, internacional, que plantea que el plasma, el cuarto estado de la materia que abunda en capas altas de la atmósfera, podría ser una forma de vida, o pre-vida, no biológica. Es un asunto muy interesante, ya que los investigadores lo relacionaban con algunas manifestaciones de OVNIs.

 

También hay mucha magia relacionada con la religión, como la ermita de los Dolores en Lanzarote, construida en honor a la Virgen que frenó las coladas de lava de Timanfaya. ¿Por qué estas historias han calado tanto en la población? 

Vivimos en un territorio volcánico, con una fuerza de la naturaleza imparable, devastadora. En la antigüedad se relacionó con lo maligno y las culturas indígenas realizaban ofrendas para contenerlas. Obviamente, desde el pensamiento cristiano, solo se podían detener por mediación divina, de manera que vírgenes, santos o cruces, intercedían o eran el vehículo de supuestos prodigios que implicaban que la lava se detuviera o se desviara. En la desesperación e incertidumbre, buscamos a qué aferrarnos y respuestas, eso ocurre cada día en la vida individual, y también en la colectiva.

 

¿Puede ser este libro una guía para un turismo alternativo, alejado del sol y la playa que caracteriza a las islas? 

Puede serlo, pero también es complementario a ese turismo, no pretende ser excluyente. Canarias recibe millones de turistas anuales por ese reclamo de playas y sol, así que en ese turismo más de ocio también hay espacio para que conozcan las islas desde sus misterios. Esta guía permite salir del ‘todo incluido’ y la tumbona, y disfrutar con mayor alcance de este territorio.

 

Ofrece siete rutas mágicas, una por isla, ¿cuál es su favorita? 

Imposible elegir. Me encanta la serenidad que trasmite Fuerteventura, la manera en la que las fuerzas de la naturaleza te envuelven en La Palma, los mil misterios de La Gomera, la potencia del Teide o el Roque Nublo. Es imposible elegir.

 

Fuente: UPPERS.ES