La Paz es el pilar de una Sociedad justa

La Paz es el pilar de una Sociedad justa

Hay que recordar que la oscuridad tan solo se coloca temporalmente frente a la fuente de luz, como un eclipse solar.

Hay gobernantes que se creen omnipotentes porque habitan en países ricos y poderosos en cuanto a dinero y a armas se refiere. La mayor responsabilidad que tienen es crear una sociedad justa, donde haya una convivencia pacífica y que todos los ciudadanos tengan derechos como la libertad, la educación, la dignidad para que siembren semillas de paz y de progreso.

Una sociedad justa no puede existir sin hombres justos y honestos. No podemos ser justos y honestos creando guerras, tolerando el sufrimiento de miles de seres humanos y llevando a la muerte a personas que su único delito es vivir. No podemos volvernos ciegos ni sordos ante la miseria y el sufrimiento que ocasionan las guerras.

Para tener una convivencia pacífica entre los diferentes y complejos seres humanos, debemos recuperar  los valores éticos y morales, la conciencia de nuestra alma, el respeto, la justicia, la libertad, la dignidad…

Los señores y señoras que representan a los ciudadanos de los países deben ser responsables de sus decisiones. Deben crear unidad y no división; la división crea conflicto y desorden y esto puede llevar a la muerte a miles de personas. Antes de tomar decisiones erróneas y romper los compromisos de paz, con graves consecuencias para la humanidad, deben reflexionar y si no son capaces de tomar las decisiones adecuadas, respetando los compromisos adquiridos  y creando el orden como una necesidad absoluta, deben ser valientes y dimitir.

Hay que liberar la violencia que llevamos dentro para así poder comprender que lo único que necesita la humanidad es paz. Vivir en el desorden es vivir en nuestras contradicciones internas que nos tiranizan cotidianamente. Vivimos en un mundo enloquecido y si no buscamos soluciones pacíficas urgentes vamos a terminar aniquilándonos los unos a los otros. No se puede jugar a ser dioses destructores ya que las consecuencias son terribles para la humanidad entera, incluidos ellos mismos.

Los seres humanos no somos simples entidades físicas, somos personas con derechos y obligaciones a las que hay que respetar, da igual en qué país nacemos o vivimos, en qué creemos y de qué color sea nuestra piel.

Hay profundas divergencias entre los países, sus dirigentes y sus habitantes. Es hora de buscar un consenso entre todos los habitantes de la tierra a través de sus representantes.

El grito de la desesperanza une a los seres humanos en un grito de esperanza para construir un mundo de paz.

(imágenes de la web)

La Ley de la Conciencia es el legado de la Humanidad

La Ley de la Conciencia es el legado de la Humanidad

Nosotros somos el camino y debemos crear nuestro propio recorrido, por sí solo el camino no nos lleva hacia nuestro destino.

La vida de la gran mayoría de los seres humanos se desarrolla en un laberinto: pruebas, trampas, engaños, manipulaciones, comparaciones, divisiones, vidas llenas de dolor y angustia.  Para poder salir de esa vida dolorosa y mediocre tenemos que dejar nuestra piel de lobo y hacer un llamamiento a la concordia.

Nos habituamos a vivir en ese mundo de tragicomedia y caemos en la trampa cubierta de flores que el laberinto nos presenta, cayendo en un profundo sueño de inconsciencia y dolor. La vida no presenta diversos y dispares escenarios; las personas que encontramos manifiestan diferentes reacciones debido a sus experiencias y emociones. Cualquier confrontación nos hace vulnerables y el miedo nos hace realizar actos de los que más tarde solemos arrepentimos.

Bajo estos parámetros el camino que creamos es arduo y complejo porque nosotros mismos hemos puesto nuestras propias trampas. No podemos ser sinceros y honestos si estamos en la oscuridad de nuestro ego y orgullo.

Todos debemos poner nuestra vida en su justo lugar, acciones y reacciones; hay que explorar nuestro desorden más profundo para encontrar nuestro orden.

Debemos ser libres en nuestra búsqueda de la verdad, osar la diferencia, aceptar que tanto la alegría, el amor como las penas y el odio forman parte de nuestra naturaleza humana. Vivimos vidas con sentimientos nómadas para no afrontar compromisos con nosotros mismos, lo que provoca huida y soledad que taladran nuestro corazón ya de por sí muy frágil.

En este laberinto hay muchas clases de reglas, normas y leyes que rigen nuestras vidas, pero podemos agruparlas en dos. Una, Ley del Gobierno y otra, Ley de la Conciencia. La Ley del Gobierno es necesaria para mantener el orden y una convivencia pacífica, aunque es imperfecta y contiene muchos talones de Aquiles. La Ley de la Conciencia es innata a cada alma, por lo tanto, personal, y nos incita a un comportamiento correcto de respeto y justicia, de generosidad y tolerancia.

La Ley del Gobierno no es suficiente para alcanzar la paz ni la justicia, hay muchos políticos y personas influyentes que se creen por encima de la ley y hacen lo que desean sin importarles las consecuencias hacia los demás. Muchos Gobernantes improvisan sus decisiones con el consiguiente daño al pueblo, imponiendo sus leyes a la fuerza. Los Gobernantes, en lugar de unirse y buscar soluciones para un mayor bienestar común, se dividen para debilitar a los ciudadanos y crear conflicto y sufrimiento. En este mundo global los pueblos deben unirse y dejar de construir armas para erradicar la violencia y la guerra.

El Verdadero legado a la humanidad está en nosotros mismos, en nuestra Ley de la conciencia, en nuestra moral y ética, en nuestro comportamiento justo y correcto, esta Ley es el barómetro de nuestro propio desarrollo. Todos dejamos nuestra huella positiva o negativa, en la familia, en los amigos, en los colegas o incluso en las personas anónimas que nos encontramos una vez en la vida; solo depende de nuestro comportamiento que sea una huella de amor o una huella de violencia.

Tenemos en nuestro poder un saber universal, sin fronteras, ni sexo, ni credos. Todos podemos crear paz y amor, esperanza y concordia.

Derrotar al espíritu del conflicto

Derrotar al espíritu del conflicto

Vivimos momentos de desconcierto, de inseguridad, de gran vulnerabilidad debido a las consecuencias devastadoras que dejan tras de sí, tifones imprevisibles que cabalgan en todas las direcciones, arrasando todo a su paso. Miles de hombres, mujeres y niños se despiertan bajo violentas ráfagas de armas, bajo feroces discursos de mentiras y de opresión, sin saber qué hacer ni a dónde ir.

Muchos gobernantes esconden, bajo su grito de justicia y de libertad, sus ansias de poder para someter al pueblo, arrebatando a los ciudadanos sus derechos y privilegios. Son bestias negras que vician el aire con la injusticia y la opresión, y, ese aire viciado, cabalga como un tifón sin dirección, creando un escenario violento, cuyo fanatismo tiene consecuencias muy graves para todos. No sabemos cómo pueden reaccionar las personas que viven en el pánico. Esto debería tenerse en cuenta.

La Humanidad entera —la excepción hace la regla— desea vivir en serenidad, tener un trabajo que les permita vivir dignamente y disfrutar del día a día junto a sus familias y amigos. Urge detener la desmesura de violencia y de sangre y para ello es necesario un cambio de actitud para crear un mundo nuevo y mejor, construido sobre los cimientos de la paz, la justicia y el respeto, enterrando para siempre la venganza y la violencia.

La paz es responsabilidad de todos, solo en la paz el espíritu del conflicto será derrotado.

La Caja de Pandora y la Globalización

La Caja de Pandora y la Globalización

Cuando abrimos nuestra Caja de Pandora, consciente o inconscientemente, no tenemos ni idea de su contenido ni de sus consecuencias, a pesar de que todo lo que contiene nos pertenece: recuerdos, traiciones, secretos y experiencias, así como las armas empleadas: mentiras, manipulaciones, comportamientos violentos, etc.

Antes de abrirla debemos asegurarnos de que estamos preparados para el perdón, perdón hacia nosotros mismos y hacia los demás y que poseemos valentía y sabiduría para evitar devastadoras explosiones nucleares en nuestras vidas.

En estos sombríos momentos de la Historia de la Humanidad, la Caja de Pandora que cada país guarda, está llena de conflictos internos y externos, de pobreza, de miseria, de crisis económica, social y climática y los gobernantes siguen ignorando sus graves consecuencias para la humanidad y el planeta: éxodo y muerte, conflictos entre países por la supremacía provocando injusticias y destrucción entre todos los seres vivos.

La globalización nos acerca a todos y todos los países están involucrados en esta terrible espiral de violencia en la que todos los seres humanos estamos implicados. Creemos que la violencia es el arma más adecuada, directa y radical que existe para arreglar problemas rápidamente, pero la verdad es que la violencia siempre obtiene resultados temporales y deja a su paso estelas de ruinas y devastación, cicatrices que nunca dejaran de supurar. Como decía Gandhi: “el odio es como el ácido que corroe el recipiente que lo contiene”.

No es el momento de abrir la Caja de Pandora de ningún país, sino de exigir compromisos de todos los países integrantes en el planeta para crear un mundo mejor y erradicar la violencia, la injusticia, la esclavitud. No solo debemos luchar por todos los seres humanos, sino también por un planeta sano y verde, luchar contra la contaminación y ayudar para que el cambio climático minimice su daño y no se cobre millones de vidas.

Científicamente, se ha comprobado que el Amor es una energía muy poderosa para crear transformaciones positivas, como la paz, que trae justicia, respeto y progreso.

La esperanza es la fuerza del amor que nos impulsa a seguir luchando por la paz para construir un mundo mejor en este planeta nuestro.

Imagina…

Imagina…

Como decía Albert Einstein: “La imaginación es más importante que el conocimiento”. La fuerza del pensamiento es infinita, así como la energía, por lo tanto, podemos transformar nuestro micro universo.

Imagina que tus pensamientos vuelan hacia las alturas y descansan en las blancas nubes cargadas de paz y serenidad, para luego caer en forma de lluvia y regar la tierra con armonía y bondad.

Imagina que esa lluvia de corazones alivia a la malherida Madre Tierra y sana a hombres, mujeres y niños que sufren sed y hambre, porque la tierra se ha roto de tanta polución, radiación, mareas negras y basuras que no dejamos de tirar en el mar y en la tierra.

Imagina un gobierno en el que todos sus representantes sean hombres y mujeres de honor, luchando por un solo objetivo: la paz y la unidad; donde la justicia sea igual para todos, dónde todos los países sean aliados y busquen apoyos, en lugar de diferencias, para erradicar las armas y el yugo de la violencia o de la esclavitud.

Imagina que la religión, pilar de millones de seres humanos, baje sus armas y se una a la verdad del Amor. Amor desinteresado y sin apegos, Amor sin color ni sexo, Amor sin fronteras, Amor incondicional a la naturaleza y a los seres vivos.

Imagina que todos los seres humanos forman una nación, la Humanidad, cuyos lazos brillan en el universo, caminan mirando de frente hacia su destino, cada uno diferente pero movidos por la fuerza del perdón, la solidaridad y el amor.

Imagina que los bosques y selvas crecen y nos traen aire fresco, alejando enfermedades y muertes causadas por la amputación de millones de árboles.

Imagina a los animales viviendo sin miedo porque ya no pueden ser mostrados como trofeos.

Imagina que el sol, que cada día nos da vida con su luz, nos entrega sus caricias para que la humanidad pueda sentir el calor de la pasión sin miedo a la violencia ni a la humillación.

Imagina que las estrellas y la luna nos arropan con su luz para que la noche oscura se ilumine y no sintamos miedo ante las sombras que nos acechan.

Imagina, imagina, imagina… pero siempre en positivo para establecer un vínculo de armonía para que la vida sea alegría.

Mahatma Gandhi decía: “La felicidad se alcanza cuando lo que uno piensa, lo que uno dice y lo que uno hace está en armonía”.