Cuenta la leyenda que cuando aparece un cisne negro nada será como antes, pues marca un punto de inflexión.

Ese punto de inflexión es la siembra en los campos; semillas de libertad o violencia, todo depende de nuestra elección.

A muchas personas les gusta preservar bien su coto de caza, cultivando campos de violencia, creando armas cada vez más sofisticadas, estado a la merced de cualquier persona y pudiéndose adquirir desde una edad temprana con consecuencias terribles no solo para sus familiares y amigos, sino para la toda la Humanidad al sentir impotencia ante tal horror, crueldad e irresponsabilidad. Todas las víctimas tenían un futuro que deseaban vivir y un destino por el que luchaban para ir a su encuentro, pero la maldad de algunos lo han impedido. Con sus actos y decisiones han destruido a muchas personas, dejándolas como animales heridos, sin saber cómo pueden salir de ese voraz dolor y de esas heridas en el alma.

Los campos sembrados de libertad son campos abiertos cuyas simientes hacen crecer la paz, la seguridad y la igualdad de todos los seres humanos, estando simbolizada por la democracia y siendo contraria a la autocracia. Si no se respeta la libertad —entiéndase por libertad, respeto, justicia, derechos y obligaciones de todos—, la sociedad se divide y empieza a buscar otros caminos, entre ellos la violencia cuya furia subyacente emergerá cuando menos se espere, causando un daño irreparable.

La vida es un río donde el agua fluye sin cesar, el agua estancada crea moho y malos olores. Los dirigentes deben ser como ríos, fluir en la dirección del agua, de la vida e ir cambiando para aportar nuevos nutrientes de libertad a la sociedad.

Todos, ciudadanos y gobernantes, debemos tener el mismo objetivo: la libertad, que como la primavera eclosiona en colores y flores de paz, respeto, justicia, igualdad… trayendo fragancias y nueva vida.  Todos somos seres humanos, con nuestras fuerzas y debilidades, y, todos debemos aprender a respetarnos a nosotros mismos y a los demás; a luchar con valores morales y éticos para poder asegurar la libertad en la sociedad; en caso contrario, degeneraríamos en una autocracia donde germina el virus del miedo y de la corrupción que se expande como una pandemia por todo el planeta infectando a toda la Humanidad. Todos somos responsables de nuestros actos y las consecuencias buenas o malas tocan al conjunto de la Humanidad. Matar a un individuo es matar a la Humanidad, salvar a un individuo es salvar a la Humanidad.

La Humanidad es un torbellino de vida, de proyectos, de relaciones, de culturas, de ideas vivas, por lo que hay que construir puentes para comunicarse y unirse. Los campos de violencia deben desaparecer para ser sembrados con semillas de paz y evitar más matanzas. Nadie puede saber cómo va a ser la vida de otro, sus decisiones y su tiempo le pertenecen; nadie debe terminar con la vida de otra persona, esto es, ir contra natura.

Los vientos del destino hacen que el cisne negro retome su camino, su marcha nos deja una estela de pensamientos y reflexiones para evitar que se disparen flechas que solo traen guerra a la vida y un sufrimiento voraz que nos destruye. Hay que dejar de ser destructores de la Humanidad y crear campos de cultivo, de libertad para recoger paz, seguridad, igualdad, respeto, justicia… “La no violencia es un principio de vida para crear un mundo mejor”.

El cisne negro nos ha dejado una pluma que lanzo al viento para que se convierta en ala y llegue al corazón de la Humanidad, donde la flor de la armonía se abre en esta primavera.