Tú y yo, hombre y mujer, somos un torbellino de ideas vivas, lo que nos hace ser únicos y maravillosos con nuestros miedos y sufrimientos, fuerzas y alegrías. Todos somos caminantes en este planeta llamado Tierra aunque caminemos en diferentes direcciones; algunos han olvidado el significado de los valores de ser un humano: respeto, justicia, dignidad, generosidad lo que conlleva a ayudar, a compartir, a amar, a escuchar, a dialogar, a no juzgar y sobre todo a perdonar… Este olvido ha generado y genera -a lo largo de los diferentes caminos- sequía en esas almas que rompen la tierra cuya vida ha dejado de circular por sus venas ocasionando hambrunas y muertes.
Las leyes universales de respeto y dignidad llevan a la libertad del ser humano y son las claves para una convivencia pacífica; además, existen normas y leyes específicas a cada país para crear un bienestar social que lleve a la paz, “paz = ausencia de conflicto, -actitud serena ante la vida-”. La democracia es la mejor forma de gobierno para cualquier sociedad, y, debe aspirar a la libertad, a la paz, a la seguridad y a la igualdad de los ciudadanos; si no se respetan estos principios la sociedad se desarrollará en la frustración y resentimiento provocando conflictos y creando grandes abismos con consecuencias muy graves para todos.
Los principios de las leyes universales, no se ven, pero son un reflejo de nuestra vida y de nuestro comportamiento; si respetamos estos principios nuestra sociedad avanzará pacíficamente, tendiendo puentes, incluso, en espacios inexplorados sin importar los obstáculos; en caso contrario, nuestra sociedad agonizará por la tiranía de la injusticia, levantando muros para mantener prisioneros a los ciudadanos impidiendo que no ejerzan sus derechos humanos a pensar, elegir y vivir, pues quedan a la merced de dirigentes que suprimen las libertades sociales, políticas e individuales, creando la autocracia -régimen autoritario que mantiene al pueblo en la miseria y los controla por medio del miedo- y es adversaria de la democracia.
La Humanidad y el Planeta necesitan la ayuda de todos nosotros para volver a regenerarse y así todos poder beneficiarse de su diversidad y riqueza. Es inaceptable que unos cuantos busquen sus propios beneficios y rompan compromisos que atañen a todos los ciudadanos del mundo, sin importarles las consecuencias que sufrirán la Humanidad y el Planeta. Para restablecer los compromisos entre países es fundamental que se piense de modo global, Unidad, Humanidad, Planeta, y, para ello, es necesario el respeto a las ideas, creencias, modos de vida y costumbres de cada uno de sus componentes, siendo fundamental la educación y la cultura. Educación para saber y poder elegir; cultura que, además de conocimientos humanos, significa “culto a uno mismo” -no en sentido egocéntrico- sino el de llegar a conocernos a nosotros mismos para desarrollar la empatía hacia los demás y mejorar nuestra convivencia.
Los gobiernos lo componen seres humanos -como tú y yo- con sus fuerzas y debilidades. Como ciudadanos que todos somos, debemos aprender a respetar a nosotros mismos y a los demás, luchar para que los valores morales y éticos de las leyes universales marquen nuestra conducta y así asegurar la libertad, la seguridad y la paz de la sociedad; los políticos no deberían aferrarse al sillón del poder porque el poder si no es bien comprendido y utilizado en su forma correcta -crear un bienestar mayor y común-, incrementa el ego y apego de sus usuarios creando un virus de terror que se expande como una pandemia infectando a todos los ciudadanos y llevando al país al abismo.
Todos somos responsables de nuestros actos y sus consecuencias buenas o malas tocan al conjunto de la Humanidad; matar a un individuo es matar a la Humanidad, salvar a un individuo es salvar a la Humanidad.
La vida es como una partida de ajedrez, tenemos que aprender a jugar y a reflexionar antes de cada jugada, no debería existir “jaque mate” en la democracia; solo jugadas reflexivas para mejorar la sociedad y así evitar la tiranía de la injusticia.
(foto de la red)