¿Qué he hecho con mi vida?, pregunta que surge a menudo, pero temida cuando surge al final del camino —cuando la barca nos espera para llevarnos a la otra orilla— y hace temblar los cimientos de nuestra vida. Nos hemos preocupado por una vida sin sentido, olvidando lo más importante, nosotros mismos; hemos vivido invirtiendo nuestro tiempo en complacer a los demás, trabajando sin descanso, olvidando que un beso y una caricia son abrazos cálidos y sinceros que reconfortan nuestra alma cuando volvemos a casa. Invertimos en erróneas inversiones sin pensar que el tiempo se escapa, con error, creemos que somos eternos. Especulamos con nuestra vida esperando que mañana sea mejor que hoy, olvidando que el mañana nunca llega.
Hemos dejado escapar momentos mágicos por estar inmersos en ese mar materialista que solo proporciona preocupaciones y sinsabores; por el qué dirán —dejado pasar amores y pasiones— del que todos llevamos cicatrices; incluso, al mirarnos en el espejo no nos reconocemos porque hemos apagado el brillo de nuestra mirada que ahora está velada.
Nuestra decisión es la que construye o destruye nuestra vida. Debemos rehusar ser una marioneta del ego, de los miedos y luchar por lo que creemos, siendo observadores de nuestras acciones para cambiarlas si es necesario. Los sueños y pasiones son las fuerzas de nuestra vida porque nos hacen ser el actor principal de nuestra obra, y no, uno secundario de la puesta en escena de los demás. Estar vivo es SENTIR las dos caras de la moneda, amor – esperanza, dolor – temor. Todo, forma parte de nuestra existencia y no podemos dejar de luchar para conseguir lo que amamos.
Estar vivo es sentir y vivir cada día. La barca llega sin avisar, y no nos podemos escapar, para llevarnos hacia poniente. Cuando dudes y desfallezcas siente que estás vivo, levántate y camina porque tienes otra oportunidad, toma las decisiones que tengas que tomar, pero no dejes escapar la vida. No vivas muriendo, muere viviendo. Así, cuando estés en la barca y mires hacia atrás, verás una vida plena, tu sueño reflejado en tu huella; no una vida fútil cuya respuesta a esa temida pregunta ¿qué he hecho con mi vida?, te escueza en el alma, pues ahora conoces su respuesta, “mi vida ha estado vacía”.
Debemos recobrar el sentimiento mágico de VIVIR y saborear esa palabra viva que es la VIDA.
(Foto privada)