Caminar de la mano de la Paz es caminar por un lugar sagrado llamado Vida, en el que no tiene cabida la violencia ni la mentira.
Nuestro compromiso para caminar por el sendero de la paz debe ser sincero, humilde, sin pretensiones, solo guiado por el amor y el respeto a la tribu milenaria llamada Humanidad. Vivimos en un lugar sagrado llamado Madre Tierra, donde los pájaros cantan sin ser racistas, el sol irradia sus rayos a todas las culturas y religiones; el agua baña a todos los continentes, el aire no conoce fronteras y la tierra acoge a todos los seres vivos del planeta.
¿Qué significa comprometerse?
Comprometerse es cuando suena la trompeta, lanzando su llamada al silencio de nuestra alma, para que despertemos del letargo de nuestro confort y nos preparemos para tomar la responsabilidad de nuestra vida. Significa asumir las consecuencias de nuestros actos hacia nosotros mismos y hacia los demás. No es cuestión de grandes palabras ni de grandes hazañas, sino llevar la acción serena a nuestra vida cotidiana sin permitir la violencia en ningún momento.
Todos llevamos un arcoíris en nuestro interior que nos aporta espiritualidad, siendo el puente entre el cielo y la tierra cuyo símbolo es la vida. Haciendo el silencio en nuestra alma, oiremos sus palabras reconfortantes en cada momento.
En la actualidad, con la globalización todo parece más fácil, pero no lo es. Lo que pasa en el otro extremo del mundo nos afecta a todos, su sufrimiento es el nuestro y todos sufrimos las consecuencias. Nos perdemos en las redes sociales que nos alimentan con noticias reales o falsas; necesitamos aparentar para existir y esto trae mucho resentimiento y rabia que termina en violencia verbal o física. Los compromisos necesitan fuerza, voluntad y disciplina para que cuando vengan esas tormentas de arena, que vendrán, nos podamos cobijar en nuestro interior. Muchas veces estamos tan confusos que nos sentimos como David delante de un millar de gigantes, sintiéndonos derrotados por esas personas que destilan emociones de odio y resentimiento por sus poros y nos hacen perder el equilibrio. Aunque estemos confundidos y tristes, debemos mantener la calma en nuestra alma, así la confusión y la tristeza pasarán rápidamente.
La tasa de violencia en el mundo se ha disparado. La violencia es la desesperanza muda de los débiles que actúan como marionetas de sus propios egos, son aves rapaces del desierto que salen de noche para cazar, porque temen la luz del sol al haber perdido el sentido de ser humanos.
La paz es la fuerza que nos enseña a amar y a vivir con responsabilidad en nuestras acciones cotidianas. Hay que aprender a jugar con los vientos y a utilizar las herramientas necesarias para balancearnos o protegernos ante un tornado o una tormenta de arena, como lo hacen las espigas cuando sopla el viento fuerte se balancean para no romperse.
La paz aporta un nuevo espíritu a nuestra vida, nos sentimos vivos y observamos la belleza y la grandeza que nos rodea: una mirada cálida, una sonrisa de corazón, una caricia de amor, un amanecer o un atardecer, una flor, una montaña… El compromiso de la paz no es una panacea de color de rosa, pero sí es una actitud ante la vida y sus vicisitudes que nos proporciona la fuerza humilde necesaria para luchar y avanzar porque caminamos en el sendero sagrado de la Vida.