Cuando abrimos nuestra caja de Pandora, consciente o inconscientemente, no sabemos a lo que nos podemos enfrentar, pues, no tenemos ni idea de su contenido, pese a que todo lo que contiene nos pertenece; la gran mayoría de las veces no son buenos recuerdos, son cicatrices supurando que nos siguen haciendo daño por mucho que las queramos esconder con maquillaje. Para tomar la decisión de abrir nuestra caja de Pandora es necesario, valentía y sabiduría y tener el perdón como escudo, para poder perdonarnos y poder perdonar, pues, sin perdón, las consecuencias de nuestros actos tendrán aún peores consecuencias para los demás. Es esencial abrirla y evitar más relaciones nucleares devastadoras en nuestras vidas.

Todas nuestras experiencias nos pertenecen por ser nosotros sus creadores, hemos tomado decisiones o no las hemos tomado, muchas veces, pensamos que si no tomamos decisiones y nos mantenemos al margen de una situación o, bien, esperamos que otras personas hagan nuestro trabajo y se mojen por nosotros, estaremos a salvo y protegidos, pero nos equivocamos, todos somos responsables de nuestros actos. De nuestras experiencias sacamos vivencias, personalidad y estas tienen un impacto sobre los demás, bien en positivo como en negativo, pudiendo ser vencedores o víctimas.

Nuestra caja de Pandora guarda todos nuestros secretos y experiencias, así como nuestras armas empleadas a lo largo de nuestra vida, flechas, balas, palabras lanzadas que no podemos retener —unas han causado daños leves y otros daños muy graves—. Esas acciones nos hacen esclavos de nosotros mismos y esa agresión la volcamos hacia nosotros y hacia los demás, causando mucho daño. Nadie puede liberarnos de nosotros, excepto, nosotros mismos; con esfuerzo, disciplina, voluntad y consagrando tiempo y energía a nuestra vida, las experiencias y los recuerdos serán menos dolorosos, más gratificantes y no mortíferos.

A veces, creemos que la violencia es el arma más directa y radical y la utilizamos para terminar más rápido con el problema; pero la verdad es que la violencia siempre tiene resultados temporales, dejando a su paso ruinas, devastación, dolor, venganza, cicatrices que no se cerrarán porque nunca dejarán de supurar. En cambio, la paz es duradera y deja a su paso serenidad, alegría, justicia, desarrollo y progreso… A la paz se llega con diálogos y compromisos serios y reales, para ello, hay que conocer los conflictos, sus causas, mirarlos de frente para poder encontrar soluciones factibles, pacíficas y favorables para todos.

Nuestras experiencias, vivencias, situaciones nos llevan a comparaciones, competiciones y conflictos, todos vemos nuestro mundo, nuestra vida de forma diferente, ya que la miramos con gafas de diferentes colores y vemos según nos conviene. Muchas veces, echamos la culpa a los demás porque no queremos ver ni ser responsables de nuestro comportamiento, pues esto implica que nuestro podio se rompe y nuestra caída es estrepitosa, rompiéndonos también en mil pedazos.

Tal y como sucede con nosotros, la caja de Pandora de la Humanidad está llena de conflictos internos y externos, de pobreza, de miseria, de crisis climática y no queremos darnos cuenta de su gran alcance y graves consecuencias para el planeta y la humanidad: falta de agua y de alimentos que provocan y provocarán mayores éxodos aún, graves problemas de relaciones humanas, de religiones, de injusticias, de esclavitud, de racismo, de corrupción, de drogas, de desempleo, de guerras, de no respetar los derechos humanos, de desigualdad de la mujer, de esclavitud de los niños… Nos estamos acostumbrados a todas estas terribles situaciones y pensamos que están lejos de nosotros, pero todo está a la vuelta de la esquina. No podemos salvar al mundo, pero sí podemos cambiar nuestro entorno personal y, poco a poco, con la esperanza iremos creando un mandala de paz y serenidad que se extenderá por todo el planeta y la humanidad, así la caja de Pandora se vaciará y no nos dará ocasión para futuros conflictos.

Tenemos que llenar nuestra vida de amor, compasión, amistad verdadera, serenidad y armonía para eliminar todos los sentimientos negativos que nos corroen por dentro, como decía Gandhi: “el odio es como el ácido que corroe el recipiente que lo contiene”.