Séneca, decía: “No hay que esperar a que pase la tormenta, hay que aprender a bailar bajo la lluvia”.

Hay un mundo invisible que solo se ve con los ojos del alma, me repetía a mí mismo una y otra vez, pues sentía que soy algo más que un cuerpo físico. Me preguntaba ¿qué era esa fuerza que vibra en mí y hace que recorra escalofríos en mi espalda?

Quise saber si esa fuerza era el alma, pero ¿qué es el alma? Pregunta que ha bailado en mi mente desde mi juventud y ha sido el motor de mi investigación. Hace muchos años empecé una búsqueda sobre los misterios de la vida, empezando por mí mismo y por las diferentes enseñanzas que a través de la historia de la humanidad nos han dejado los buscadores de otras verdades que van más allá de las simples apariencias.

El alma es esa fuerza que subyace en todas partes y en todo lugar. Todo es, ha sido y será alma, conciencia superior. Sin embargo, es un concepto abstracto para una mente racional que solo cree en lo que ve, pero existen fuerzas poderosas y más reales que la vida misma, aunque solo lo sientan algunas personas por ser intuitivas y de mente abierta y corazón amante. Las verdades eternas provienen de la energía suprema y se reflejan en el espejo de nuestra alma. El alma es una energía que no está atrapada en el tiempo ni en el espacio, pertenece al infinito universo y cada uno de nosotros somos una parte de ella. A través de mis vivencias he experimentado que no se puede vivir sin serenidad, sin sabiduría, sin conciencia, sin alma, sin conocimiento, quien vive sin ellas se ahoga poco a poco en la angustia de la incertidumbre que produce el del miedo y la confusión. El alma es la fuerza vital que nos permite ser y existir en este planeta en fusión con el cuerpo físico.

Los seres humanos cuando no entendemos tenemos miedo, por eso estamos tan apegados a nuestro mundo material porque creemos que nos da seguridad y bienestar, aunque pocos viven una vida plena de serenidad y alegría. Hay que transformar nuestras sombras del miedo, de manipulación, de control en coraje, fuerza, serenidad   para sacar lo mejor de nosotros mismos y tener experiencias cotidianas alegres.

El ser humano, cuando vive en la inconsciencia, vive en la confusión y en la tristeza que provocan un atroz sufrimiento. Después de observar ese dolor que produce la ausencia de consciencia y sus consecuencias, supe que para evitar ese sufrimiento era necesario conectar con nuestro centro a través de la meditación; la mente tiene mucho poder y es engañosa, por eso nos envía pensamientos que galopan para alejarnos de nuestro corazón, pero con voluntad y esfuerzo llegamos a calmar esa mente pequeña a través de la respiración para llegar de nuevo a nuestro centro Los extremos siempre son fuerzas poderosas de manipulación, esclavitud y control. La mente sabe que nuestro deseo de comunicar con el alma es inquebrantable y cuando se lo dejamos claro, nos ayuda a concentrarnos para que el alma nos ofrezca sus mensajes de sanación y sabiduría.

Por eso decidí hacerme médico del alma para aliviar el dolor profundo que surge del alma herida y nos lleva al dolor del vacío y se le conoce como la noche oscura del alma.

Muchos me han preguntado: ¿Cómo puede herirse el alma?, el alma se hiere cuando vivimos una vida desequilibrada en los extremos, lo que produce dolor, ira y miedo, lo que genera pasividad y ausencia de nosotros mismos; también, cuando preferimos vivir muriendo o de rodillas a la vida antes de vivir una vida plena en conciencia. Cuando el cuerpo y el alma están divididos, solo existe sequía y sombra a nuestro alrededor, en cambio, cuando el cuerpo y el alma están unidos, solo existe belleza y armonía por todas partes, porque con la unión nace el amor y nuestra vida cobra sentido.

La mente impone contradicciones, pero la respiración las bloquea si estamos preparados y dispuestos a apagar el ruido del ego.  El hombre sabe poco de sí mismo y este es el gran problema al que nos enfrentamos en la vida. Una enseñanza muy antigua dice “para vivir en paz hay que conocerse a sí mismo”, sin esto, no podemos hacer frente a la vida, pues no sabemos cómo actuar ante un conflicto o problema; cuando sabemos quiénes somos estamos en disposición de encontrar soluciones a las dificultades, tenemos coraje para enfrentarnos a nosotros y a nuestros desafíos, siendo el más importante la transformación de la sombra en luz. El objetivo del médico del alma es ayudar a desvelar quiénes somos para que podamos cambiar de perspectiva y de actitud, si es necesario, cambiando nuestros pensamientos, cambiaremos nuestras palabras —las palabras elegidas son energías que crean y construyen nuestros deseos o que sabotean nuestros esfuerzos y nos debilitan—, dependiendo de nuestra elección así serán nuestros actos.

El alma tiene su propia memoria y sabiduría y nos enseña a convivir con lo estático y dinámico, es decir, en momentos de sosiego y de azoramiento; todo es lo mismo, solo depende de en qué forma lo enfoquemos. Hay que conferir valor y autenticidad a nuestra vida, siendo coherentes con nuestros pensamientos y decisiones para poder trascender la vida y llegar al Alma. Todos somos médicos del alma, solo necesitamos una intención pura y lanzarnos a explorar el universo de las verdades eternas que dicen “que el amor nos concede la libertad de ser, la sabiduría de crear y el respeto nos lleva al centro de nuestro universo donde nadie puede quitarnos nuestra paz”.

Hay un mundo invisible que solo se ve con los ojos del alma.

Kabir dijo: “la vida es un juego entre el alma de cada hombre y Dios”.

Einstein dijo: “Soy en verdad un viajero solitario y los ideales que han iluminado mi camino y han proporcionado una y otra vez nuevo valor para afrontar la vida, han sido la belleza, la bondad y la verdad”.

(Foto privada)