Buda decía: “El conflicto no es entre el bien y el mal, sino entre el conocimiento y la ignorancia”. Todo acto extraordinario actúa como un espejo en nosotros y cada persona ve su reflejo a través de sus propios ojos y límites; este reflejo puede provocar una toma de conciencia, lo que implica desaprender lo aprendido.
Desde el principio de la humanidad, muchas personas han observado la naturaleza, el universo y al propio ser humano para desentrañar los secretos de la existencia en el planeta y su lugar en el cosmos; estudiaron números, geometría, astronomía, filosofía, música, medicina…, todas las artes necesarias para lograr una mayor comprensión del mundo visible e invisible. Estos observadores y estudiosos se dieron cuenta de que todo estaba inscrito en la naturaleza y en el mundo invisible de los seres humanos, solo había que descifrar la simbología para que en un futuro la humanidad llegara a ser una gran humanidad.
Hace miles de años este conocimiento sagrado se impartía en círculos cerrados, pues se temía las repercusiones de la ignorancia. A medida que el tiempo transcurría y se profundizaba en dichas enseñanzas, dichos círculos se fueron abriendo con cautela para minimizar los daños de la maldad y de la infamia. Las enseñanzas profanas también siguieron su curso con prudencia, pues siempre hay devotos de la ignorancia que buscan encarcelar el pensamiento y el progreso.
En la antigüedad, la educación era un privilegio para algunos hombres y muy, muy pocas mujeres tuvieron acceso a ella. Sin embargo, hubo grandes mujeres que lucharon por la libertad de su autonomía para funcionar conforme a su naturaleza, aunque muchas pagaron un alto precio, su vida. Con el paso de los años, el deseo de aprender, de cambiar, de existir por sí misma, llevó a la mujer a una lucha por su libertad sin precedentes; con pesar, seguimos observando que en pleno siglo XXI, en algunos países, la mujer es ignorada y sigue viviendo de rodillas ante el patriarcado. Pero, no hay que olvidar que la mujer es guerrera y no está dispuesta a vivir en la pasividad ni en la servidumbre, camina a paso lento, pero es tenaz y resistente. Algún día veremos que tanto la mujer como el hombre serán libres para pensar, elegir y decidir la vida que su naturaleza les dicte.
La educación no solo es aprender a leer y a escribir o a tener conocimiento de una u otra materia, es, también, aprender a descubrir lo que somos mediante la lucidez y poder crear proyectos en beneficio de todos para que sus frutos abran la puerta al libre intercambio del saber, del conocimiento y de la sabiduría para que todos disfrutemos de ese maravilloso crecimiento personal y social; sabemos que el ser humano es un ser de transición y debe dejar su huella para que las futuras generaciones puedan vivir con respeto, libertad y dignidad, pues sabemos que la ignorancia, no es no saber leer ni escribir, es olvidar que somos seres humanos con alma; la ignorancia nos hace tener sentimientos envenenados, creando conflictos y haciendo mucho daño a nosotros mismos y a la humanidad. La historia nos habla de las consecuencias de la ignorancia —discordia, miseria y tiranía—, por eso la sabiduría la mantiene alejada.
El saber, el conocimiento y la sabiduría transforman la vida dándole un delicioso sabor de belleza, vitalidad y fuerza y muchas oportunidades a todo aquel/la que usa la experiencia de sus andanzas para dejar una llama en la vida de los demás. Como bien decía Gandhi: “cambiándose a sí mismo, podemos cambiar el mundo. La verdadera revolución es interior”. Para lograr la revolución interior es necesaria la sabiduría —energía del alma que nos ayuda a comprender lo que la mente nos esconde—.
El milagro de la educación es la experiencia más bella que un ser humano puede realizar al beber de la esencia del saber, del conocimiento y de la sabiduría. La educación es generativa de reflexiones, ideas, palabras para discernir lo correcto y lo incorrecto, siendo conscientes de que siempre hay consecuencias con nuestras decisiones. Saber es aprender, conocimiento es la acción de conocer y sabiduría es el saber del alma, juntos forman el milagro de la educación. Milagro es misterio y armonía, educación es transmisión de conocimiento que proporciona los útiles necesarios para sembrar en cada persona pensamientos y emociones de acuerdo a sus creencias y entorno. Cada uno decide qué hacer con su cosecha.
“Ausencia de dogmas para que la propia experiencia pueda surgir libremente y experimentar la grandeza del ser”, gritan las piedras del camino que esconden sus secretos a aquellos que viven de rodillas ante los dogmas y, en cambio, los desvelan a los que mantienen la dignidad y la fortaleza en la acción, al dar el primer paso hacia la transformación.
Como decía Yeshua ben Yosef: “Busca la esencia de la experiencia sin entrar en el debate intelectual”.
Valioso analisis del saber aprender,conocer
Aplicar el sentir del alma sabia
Muchas gracias por tus palabras.
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