La sinfonía cósmica

La sinfonía cósmica

Nos preguntamos: ¿qué es lo real?, ¿es lo que existe objetivamente —lo que vemos, tocamos, sentimos—, o bien es lo que existe en esa otra dimensión que resuena en nuestro interior profundo y nos hace preguntarnos y buscar respuestas a quiénes somos y por qué estamos aquí?

La unión de ambas realidades debe entrelazarse para que nuestra vida terrestre tenga un sentido y pueda desarrollarse plenamente, creando, creciendo, vibrando. Somos materia condensada y al mismo tiempo vacío. Todo lo que nos pasa en la vida lo guardamos en nuestro interior: sensaciones, sentimientos, recuerdos, experiencias, porque todo está registrado en nuestras memorias.

La luz-energía crea todo el tejido de lo Vivo, tanto en el universo como en nuestro planeta Gaia. Todo está en continuo cambio para que la vida surja y vibre. Así pues, hay dos direcciones en nuestra existencia, la vida externa y la vida interna, ambas necesarias para que nuestra existencia sea completa. No podemos erradicar a ninguna.

Todo en el universo, incluyendo nuestro mundo, está unido por cuerdas que se rigen por la regla de la Armonía.

¿Qué es la Armonía? La Armonía es la energía que se crea en el espacio vacío entre la luz, la sabiduría, la verdad, el amor y la paz, que forman un pentágono áurico, y nos une a la energía de la Belleza universal. Ser conscientes de este misterio ha sido y sigue siendo el gran enigma de la humanidad.

Cuando vivimos en armonía entre nuestra vida externa e interna, es cuando surge el compromiso con nosotros mismos y con los demás, haciéndonos ser mejores personas al estar tejido ese acto con filamentos dorados de altruismo y amabilidad.  Ese flujo de energía amante nos hace tomar conciencia de todo lo que nos rodea y ser responsables de nuestros actos, que son los que crean nuestra realidad externa; de ahí la importancia de conocernos para saber el origen de nuestros pensamientos y la motivación de nuestros actos. No hay nadie que nos castigue o recompense; todo depende de nosotros, es decir, somos responsables de nuestra vida.  Si vivimos en conflictos de egos, generaremos violencia; si vivimos en armonía, generaremos alegría. Si somos capaces de ver la magia de la Vida, caeremos de rodillas ante la Belleza que nos invita a despertar nuestros sentidos.

Las huellas de nuestros pasos hacia nuestro destino generan una vibración que resuena en el universo, creando la sinfonía cósmica que oímos en el silencio interior cuando nos conectamos al pentágono áurico de la luz, de la sabiduría, de la verdad, de la paz y del amor al observar la Belleza de la Armonía de este gran enigma de la Vida.

Para volar al lugar de origen, sede de la Armonía, hay que navegar antes por el océano de la vida para atravesar las nieblas del olvido.

(Dibujo, libro “Biografía de mi Alma”)

El canto de una caracola

El canto de una caracola

Desde lo más profundo del océano

se oyó el canto de una caracola,

notas de alegría jugaron con la brisa

creando olas

que acarician los pies

del que camina por la orilla.

¡Quiero Luz!,

gritó mi alma abatida

al transitar

por la densa niebla de la vida,

sin ver hacia dónde se dirigía.

Tristeza errante sentía,

sin embargo,

oyó, ¡sigue adelante!

El abrazo de unas alas

la llevaron por muchos caminos

de destinos inciertos,

tomó conciencia

del devenir de su existencia.

Los almendros en flor

bailaron

dejando caer sus hojas blancas

como reverencia

a los ancestros que la acompañaban.

El tiempo se ha parado,

el silencio la invitó

a revivir sus recuerdos,

entre ellos,

cuando caminaba por la orilla

mojando sus pies

en la espuma de las olas,

oyendo el alegre y profundo

canto de una caracola.

El tic-tac volverá a sonar

en el momento

donde el alma vea

posibilidades y destinos

y vuelva a recordar

que la Luz siempre está,

que nunca se apaga mientras caminamos

por la densa niebla de la existencia.

*****

El universo, la naturaleza, la vida,

nos ofrecen preciosas baladas

desde el profundo océano de las aguas,

a través del canto de una caracola

para que los caminantes de la vida

recuerden su canción y bailen en la orilla.

Yo y mi relación con «lo otro»

Yo y mi relación con «lo otro»

Frente al mar,

aprendí a saborear el tiempo.

Frente al fuego,

aprendí a saborear la vida.

Frente a la lluvia,

aprendí a saborear el sonido.

Frente al aire,

aprendí a saborear la tormenta.

Frente al universo,

aprendí a saborear mis experiencias.

El bosque natural y la relación entre lo vivo

El bosque natural y la relación entre lo vivo

Los árboles son canales solares que nos traen la energía cósmica para transmutarla en energía terrestre. Esta alquimia genera la biodiversidad necesaria para la vida. El microuniverso de los bosques naturales es vital para la vida en el planeta. Todo lo vivo está conectado, está en movimiento para adaptarse a nuevas situaciones.

El bosque natural se hace a sí mismo, sin la intervención de la mano del humano; su inteligencia sabe perfectamente lo que necesita y, junto con los animales, vegetales y minerales, genera lo necesario para que todo a su ritmo siga su ciclo. La biodiversidad es vital para todos los habitantes de la Tierra. Destruir un bosque natural o un bosque cualquiera es destruirnos a nosotros mismos.

Hay fuerzas increíbles en la naturaleza que desconocemos, pues a los misterios universales se accede a través del amor, a través de la sabiduría y de la búsqueda de la verdad, lo que nos lleva al autoconocimiento en su gran dimensión. No se puede abrir la puerta de los misterios desde el egoísmo, no hay trampas ni dinero que puedan abrirla. Para sentir la vibración del amor, es fundamental la coherencia y la generosidad. El árbol sigue una ley espiritual básica: dar y recibir.

Es maravilloso observar el poder de la naturaleza. Los lagos, los ríos, los océanos, los bosques, todo está entrelazado y debemos respetar esta ley universal de dar y recibir por amor. Los árboles guardan la memoria del pasado, solo hace falta abrirse a esa vibración para escucharlos. El silencio, la pausa, el ritmo son necesarios. Recordemos que el ser humano también está hecho con los mismos elementos de la Madre Tierra y del cosmos, aunque lo haya olvidado.

Los árboles son seres verticales y su sentido de la amistad, de la familia es grandioso; en el reino de los árboles no hay competición, ni codicia, el amor es lo que genera su belleza y generosidad. Todos los habitantes de los bosques viven en relación unos con otros. Los árboles y los animales perciben el peligro y alertan a sus congéneres.

Los árboles viven a un ritmo lento porque guardan las memorias del tiempo. Salgamos de nuestra niebla y revitalicemos nuestras capacidades mentales y psíquicas para comprender y aceptar que todos formamos parte de este maravilloso planeta y no podemos permitir que sea destruido por la mano del humano sin escrúpulos.

No olvidemos que los bosques naturales se crean solos, con animales, árboles, plantas, hongos, microorganismos que crecen según su necesidad y criterio.

*****

Árboles cósmicos, árboles mitológicos, árboles patriarcas, árboles sagrados, árboles sanadores, cada uno vital para que la armonía vibre y se expanda a través del aire y sane al que sabe escuchar.

Árboles, seres solares que traen los rayos del sol a la tierra para dar vida y alimentar a todo aquel que transita por ella.

Árboles que conectan la energía divina a la energía de la tierra para que todo se manifieste, porque todos formamos parte de su esencia.

Árboles cuyas historias se guardan en sus memorias a lo largo de los siglos para que alguien las transmita y su vibración toque a aquellos que la ansían.

Árboles, seres inteligentes que desprenden sensibilidad, belleza y sabiduría, sienten al ser humano que se aproxima a través de la vibración que desprende.

Árboles que hablan el lenguaje del amor y de la paz, vibración de alta frecuencia que solo un corazón abierto al contemplarlos recibirá en ondas silenciosas.

Árboles que sufren en silencio cuando viven en medio de avenidas, absorbiendo el veneno de la gasolina y del ruido ensordecedor de los vehículos que transitan.

Árboles que ven sus vidas terminadas por el fuego o por ser talados sin piedad para construir reinos de hormigón; sin embargo, sienten compasión por esos humanos que ignoran el daño que causan a la madre Gaia y a la Humanidad.

*****

Los seres humanos debemos dejar de ser perversos con el planeta y con los seres que la habitan; debemos, ¡dejar ya!, la violencia de toda naturaleza. Somos arrogantes conquistadores de la ignorancia al no valorar los saberes antiguos de los humanos primitivos. Hemos olvidado que somos parte de la esencia del Amor manifestada en la Naturaleza y no sobreviviremos sin ella porque nos destruiremos.

Para sanar es necesario saber escuchar. Hay muchas interferencias a nuestro alrededor. No podemos escapar de nosotros mismos, vayamos a donde vayamos, siempre estamos unidos a nosotros.

Humildad ante la grandeza de la naturaleza. Volvamos a la Vida espiritualizando la materia, así empezaremos a ser como los árboles, canales solares, para dar vida a la Vida que nos rodea.

Somos bosques, somos naturaleza, somos energía que todo entrelaza para encontrar el sentido de la vida. Solo es cuestión de observar su belleza, de oír el silencio, de caminar lentos para oír el canto de la Naturaleza.

Mi agradecimiento profundo a mis amigos, los árboles, a la naturaleza entera y a su belleza.

Descubrir el secreto de los secretos del universo

Descubrir el secreto de los secretos del universo

¡Qué maravilloso sería vivir en una convivencia ética fraternal entre múltiples credos y culturas, donde la paz sea lo cotidiano!

El mundo físico es una parte de la realidad. Hay otra parte oculta que es más importante porque es la esencia de la Realidad. Somos materia y energía, todo es lo mismo, pero en dos estados diferentes.

 “Ojos cerrados.

Silencio.

Mente abierta.

Silencio.

Abre las puertas y entra”.

El lenguaje de los símbolos pertenece a la imaginación (diálogo con el más allá) e intuición (saber instantáneo). El símbolo exige esfuerzos intelectuales para sentir la vibración del corazón a través de la introspección y necesita del discernimiento para entender lo que la mente nos muestra. Los símbolos revelan otro plano de conciencia y, a través de nuestra imaginación e intuición, podemos descodificar su significado. Es en nuestro mundo interior donde la información y vibración se entrelazan para nuestra comprensión.

Desde hace algunos siglos vivimos en la era cartesiana que excluye lo material de lo trascendente. Observando nuestro panorama actual y viendo los horrores que el ser humano genera y ha generado, creo que ha llegado el momento de cambiar los parámetros de exclusión (o) por el de la inclusión (y), es decir, volver al conocimiento pluridisciplinar y no a la fragmentación de los saberes de lo Vivo, tanto en la naturaleza como en el cosmos, pues todo se rige por leyes naturales de cooperación, dar y recibir al igual que la ley espiritual.

En lugar de aprender de la historia —esto requiere esfuerzo—, preferimos vivir en plena pereza, lo que genera más conflictos y más corrupción, escenarios que se repiten una y otra vez, lo que nos lleva al inframundo del caos.  Somos marionetas dirigidas por individuos ávidos de poder, y no solo en países de régimen totalitario, sino también en los que se dicen democráticos —no hay diálogo, sino insultos y gritos para que se oiga al que más alto grite. No hay compromisos, pues ellos no saben del valor de la palabra. No hay ética ni moral, compran títulos y saberes para aparentar algo que no son, pues viven en la ignorancia; todo es un vacío existencial cuyas consecuencias todos pagamos—. Parece que la vida humana no vale nada.

En los pueblos raíces de los primeros tiempos, el Invisible tenía una dimensión real, formaba parte de la manifestación de la vida. Los antiguos chamanes unían el mundo visible e invisible mediante una pasarela de colaboración entre los dos mundos; ellos buscaban lo mejor para su pueblo y para la naturaleza, pues sabían perfectamente, al conocer las leyes naturales, que todo está entrelazado. Hoy, con tanta tecnología, creemos, erróneamente, que la naturaleza no forma parte de nosotros, la destruimos deforestando zonas esenciales para la naturaleza y el ser vivo y, en su lugar, se construyen ciudades de hormigón que no nos traerán oxígeno ni lluvia, elementos esenciales para la vida —no somos conscientes de que el aire y el agua son vitales para lo Vivo—. Somos tan egocéntricos que nos creemos únicos e inmortales, mucha tecnología, pero desconocemos las leyes naturales, y si seguimos destruyendo lo Vivo, todos pereceremos.

Desde los primeros tiempos, los seres humanos se hicieron muchas preguntas ¿por qué las plantas son verdes, por qué los árboles son ejes de energía vital, por qué los bosques son fundamentales para la vida que entrelazan ríos y océanos para que los peces puedan moverse en libertad y alimentar a otros animales en total equilibrio, por qué el cielo se tachona de luces y por qué la luna desaparece para volver a brillar, así como el sol cada día se pierde en el horizonte?, y descubrieron sus respuestas al tener una visión global de cómo los elementos interactuaban en la Naturaleza y en el ser vivo. Estos seres sabían, percibían, intuían que para sentir y conocer el mundo invisible debían respetar y conocer la Naturaleza y a los seres vivos que la habitaban para que sus genios y hadas les ayudaran a través del   chamán —sacerdote, médico, consejero—.

Estos seres del alba de la humanidad comprendieron que eran materia y energía, información y vibración, visible e invisible; y para llegar a esa nueva dimensión aprendieron a ser conscientes de sus actos. Todos ellos dejaron múltiples símbolos para la posteridad y aligerar nuestro camino. No sé lo que nosotros dejaremos a las generaciones futuras, seguramente, caos y destrucción.

La famosa frase: “Conócete a ti mismo y conocerás el universo y los dioses” es para mí, la clave de toda sabiduría, es el secreto de los secretos, pues contiene símbolos, enseñanzas, pasarelas, ciencia (paso del mundo cuántico al mundo manifestado). Este conocimiento es fundamental para llevar una vida sana y respetuosa en perfecta armonía y ética fraternal.

Cuando accedemos a este conocimiento profundo, empezamos a vivir el despertar de la conciencia, es decir, ser conscientes de nuestra conciencia. — ¿Por qué hacemos esto o aquello, por qué elijo esto y no aquello? — Este sexto sentido nos permite acceder a nuestra alma a través del silencio, conectarnos y recordar de dónde venimos, quienes somos.

Este diálogo profundo nos permite desarrollar un mayor nivel de intuición e imaginación para comprender lo que se esconde detrás de los símbolos ancestrales. Primero, hay que saber mirar para observar. Una vez observados, los analizamos con la razón cristalina, sin accesorios innecesarios.  Para captar, percibir y vibrar es imprescindible el esfuerzo continuo, así nos transformamos y podemos conectar con la mente superior que se encuentra en nuestro interior, el alma. En cambio, si vivimos en la pereza del confort, nos enfocamos en lo visible, en las apariencias y pasamos nuestra existencia sin observar la grandeza, la belleza y los frutos de la vida. Es nuestra decisión la que nos lleva a nuestra dimensión.

Hay que ser valientes para aventurarnos en el mundo de los misterios, la Ley de Maat, la diosa de la armonía egipcia, es decir, vivir conforme a los principios universales celestes: armonía, justicia, sabiduría, orden, belleza, amor. Así caminaremos sobre los hombros de los gigantes que nos precedieron: Ptahhotep, Akenatón, Pitágoras, Lao Tsé, Sócrates, Yeshua ben Joseph,  Plotino, Avicena, Ibn Arabí, Rumi, Giordano Bruno y otros muchos que han dejado sus enseñanzas para que pudiéramos conocer al Invisible y vivir mejor en una ética fraternal. Todos tenían impresos en sus corazones estas palabras universales: “Conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los dioses”.

La diosa Maat abre sus alas doradas para abrazar a todo aquel que se lo pida con sincero fervor, pues es la ley universal de la armonía, matriz cósmica que genera todo en el universo y se expresa a través del silencio:

“Con los ojos abiertos

observa la vida manifestada.

Con los ojos cerrados

contempla la esencia eterna”.

Sus alas son el reflejo del viento cósmico en la tierra que abraza a todo ser vivo.

(Dibujo Lorena Ursell. Libro «La Naturaleza Sagrada del Ser Humano»)