por Ángeles Carretero | Jun 7, 2025 | Artículo
La serenidad es un sentimiento que se adquiere cuando nos esforzamos por hacer el Bien —vivir con dignidad frente a nosotros y a los demás, vivir con generosidad, con orden y con justicia—, así, todo a nuestro alrededor florecerá. En cambio, cuando nos alejamos de la serenidad, entramos en el campo de batalla de la confusión, la violencia y el conflicto.
Hay que recordar en dos líneas de dónde proviene la causa del alejamiento del Bien. La razón y la ciencia hicieron huir a los dioses en el siglo XVII y se culminó con la revolución francesa en el siglo XVIII, al colocar en el pedestal a la diosa razón —momentos de terror, barbarie e irracionalidad—. Momentos oscuros que, como paradoja, se denominan “iluminación”. Como contrapartida a esas situaciones terroríficas que tocaron a toda Europa, surgió, entre otros, el movimiento Romántico del siglo XVIII/XIX, cuya mirada se volvió hacia la antigüedad, a los dioses, a los héroes, a las tradiciones para salir de esa oscuridad que había elevado a la razón como ser supremo.
Estos románticos nacieron como reacción al racionalismo y se volvieron hacia Grecia, Roma, Edad Media, se hicieron las grandes peguntas de antaño sobre el ser humano, buscaron la estética, la belleza, afloraron los sentimientos, las emociones —al ser partes esenciales del ser humano—, cuya expresión se plasmó en el arte, la literatura, la música. Estos románticos sentían melancolía del pasado, donde los “dioses” se codeaban con los hombres. Lo invisible volvía a formar parte de lo visible.
En la actualidad, creemos que lo antiguo es obsoleto, y que ahora somos los más inteligentes con tanto progreso y globalización, pero en mi opinión no lo somos y estamos muy lejos de acercarnos a esa Belleza del Bien; en cambio, somos marionetas guiadas por personajes que no desean que reflexionemos por nosotros mismos, nos hacen creer que somos libres, pero no lo somos, aunque vivamos en nuestro confort, estamos controlados por todos los artilugios tecnológicos. Sin embargo, hay millones de personas que sobreviven bajo la crueldad de unos cuantos que airean sus atrocidades en banderas. Los conflictos armados actuales son hordas de criminales que destruyen a seres humanos para conseguir un trozo de tierra, o por alcanzar más control social. Vivimos en el inframundo de los seres oscuros, un lugar frío y feo, alejado de los dioses y de la Belleza.
Otro punto importante es la homogeneidad como denominador común, y cuanto más iguales somos, más nos adormecemos y nos robotizamos. Sabemos que el precio a pagar por la diferencia es el aislamiento. La historia de la humanidad está para conocerla y tratar de no cometer los mismos errores una y otra vez: miles de años de guerras, millones de personas muertas y millones de víctimas. Vivimos en una época de “progreso tecnológico y científico”, pero seguimos actuando como chusmas terroríficas.
Cambiar este panorama es labor de todos, alzando nuestra voz junto con la de los dioses que, a través de las palabras del alma, nos dicen que el Bien es el mayor valor de la Vida que tenemos para que todos podamos vivir en paz. La Humanidad es un ente vivo cuya diversidad y mestizaje nos maravillan si somos capaces de abrir los ojos a la Belleza; no podemos privar a nadie de sus creencias y culturas.
Tal vez deberíamos hacer como los Románticos, romper con esa “manipulación” y volver la mirada hacia el Bien y la Belleza que nos traen serenidad.
La NO VIOLENCIA es la herramienta que vence a la violencia. Hagamos el silencio para escuchar la voz de nuestra alma que nos permite sentir seguridad que es la base de vuestro bienestar, la serenidad.
La esperanza nos dice que la luz siempre penetra la oscuridad.
(Foto privada. “La Punta del Hidalgo”, Tenerife)
por Ángeles Carretero | Jun 4, 2025 | ENTREVISTA
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por Ángeles Carretero | Jun 4, 2025 | Relatos
Inteligencia, materia y vibración = Creación
Espíritu, conciencia y materia = Creación manifestada
Inteligencia, Energía, Materia, Vibración, Frecuencia =
Misterio Sagrado de la Vida
La Vida es materia, energía, inteligencia, vibración e información. Esta energía que crea la Vida está en Todo, visible e invisible, y genera una vibración particular en cada uno de nosotros según nuestra frecuencia. Cuando nuestra vibración es alta, el bienestar, la serenidad, la alegría se unen a nuestro Yo. En cambio, cuando nuestra vibración es baja, la apatía, la tristeza, la confusión están presentes en nuestro yo, síntoma de que algo no va bien.
Como todos los fines de semana voy de acampada al bosque que se encuentra muy cerca de las montañas celestes. El contacto con los árboles y su serenidad, el aire y la brisa, el río y su movimiento, las aves con sus cantos y belleza; la calidez del sol que me proporciona claridad para observar mejor; la belleza de la luna con su reflejo plateado en el lago, me hacen sentir que la vida tiene un sentido más sublime que el de una existencia banal. El mundo manifestado tiene un valor supremo porque es sagrado.
Como es habitual, mi tienda la coloco en un claro rodeado de árboles centenarios. Dejo preparadas las piedras y unas ramas para hacer un pequeño fuego más tarde. Cogí la mochila y, después de una larga caminata, llegué a la “cola de caballo”. Me embelesa esa caída de agua envuelta en un manto de colores cristalinos bajo los rayos del sol; su sonido estruendoso me hipnotiza. El paisaje es bellísimo, el río acoge esas aguas y con dulzura las encauza hacia el valle donde se refleja la belleza de las montañas. Vuelvo a sentir ese lazo invisible que me une a lo divino al observar la belleza de la Naturaleza.
En ese momento de arrobamiento, me doy cuenta de que mi vida en la ciudad me produce malestar —el ruido, la competición, el móvil— me provocan ansiedad, tristeza, enfado, ira. Soy consciente de que necesito un cambio, siento cómo mi cuerpo se relaja casi inmediatamente en este entorno de bienestar y la meditación consciente se pone en marcha, el ritmo de la vida se hace lento y apacible debido al silencio y a la compañía de la Naturaleza. La persona que soy aquí me gusta, es real, no tengo que demostrar nada. Mi respiración se llena de fragancias y partículas que me sanan.
El agua me embruja y me dejo llevar por ese sonido atronador y al mismo tiempo delicado, que deja una huella en el devenir de los tiempos. —La unión de dos gases (hidrógeno y oxígeno H₂O), crea el agua y hace que la vida se organice como director de orquesta; otro misterio que debemos descubrir—. Átomos que se entrelazan para formar la Vida. El misterio de la Naturaleza, su alta vibración y frecuencia me hacen sentir pequeña y al mismo tiempo humilde ante la grandeza de la Belleza.
Escucho una voz armoniosa, me giro para ver quién está detrás, pero estoy sola en ese mágico lugar. Esa voz que surge de la naturaleza, la oigo como ecos en mi interior: “El aire que respiras es el mismo aire que todos los seres respiran, todos bebéis las mismas aguas, vivís en la misma tierra, todos veis el mismo cielo y os calienta el mismo fuego”. En ese momento de comprensión inmediata, me doy cuenta de la barbarie y crueldad de la que somos capaces por imponer nuestro control. Lágrimas de tristeza empañaron mis ojos por el dolor que causamos al otro injustamente. Esa existencia controladora, sin sentido y cruel, es inaceptable en el mundo de la belleza y del amor.
En el camino de regreso, voy reflexionando sobre lo que he oído y tomo conciencia del otro, de cualquier ser vivo y de mi interacción con ellos. Con la llegada de la luna, vestida de plateados filamentos dorados, el canto de las aves nocturnas bajo la cúpula estrellada y la fragancia de la noche, sentí que lo divino está en cada átomo manifestado y no manifestado. Todo es sagrado, me doy cuenta de que la Inteligencia sublime del Creador es perfecta —podemos creer o no, pero no podemos negar esa Inteligencia—.
Vuelvo a oír esa voz y ahora soy consciente de que soy Yo; es la misma voz de la naturaleza, del aire, del agua, de las aves, del cosmos. Siento que los latidos del Todo se unen a los míos, todo es visible e invisible y todo está conectado bajo el abrazo del Creador.
Cuando regresé a casa, algo en mi interior había cambiado para siempre. Había tenido experiencias sublimes, sentía que por mis venas corría la energía de la Vida. La competición y la confusión quedaron atrás al tener un nuevo sentido en mi vida. La intuición, la creatividad, la imaginación abren puertas a otra dimensión.
El espíritu y la materia, lo visible e invisible, coexisten en el ser humano. El devenir de la vida nos señala el paso del tiempo en nuestro cuerpo, pero en la naturaleza, con sus ciclos, el devenir es eterno.
El combate espiritual nunca debe cesar, pues nos llevará a descubrir ese misterio sagrado de la Vida que es Inteligencia, Energía, Materia, Frecuencia, Vibración.