Mi otro Yo y yo

Mi otro Yo y yo

Tenía una nueva cita, la segunda en la semana, no me apetecía mucho, pero no quería quedarme sola en casa…

  • ¿Vas a seguir huyendo?, ir de relación en relación no es la solución. —Oí, mientras se miraba en el espejo y me daba el último retoque de maquillaje antes de mi nueva cita. Como en una película de ciencia ficción, las palabras danzaban a cámara lenta en el aire.

Sorprendida miraba a esa imagen, mi otro yo, que me hacía      señales y me repetía ¡sí!, estás hablando con tu otro yo—.

  • ¿Es una broma?
  • No, no lo es.
  • ¿Cómo es posible que me hables?
  • Al verte a ti misma será más fácil escuchar, comprender y descubrir lo que sientes y quieres. ¿Por qué te haces daño?
  • Si eres yo, ya debes saberlo.
  • Sí, tienes razón, yo lo sé, pero ¿y tú? Creo que ha llegado el momento de sincerarte contigo misma para eliminar esas sombras de tu vida. Estás gruñona, triste, te sientes abandonada y sola.
  • Desde que terminó mi relación, me siento fracasada.
  • ¿Has tenido el coraje de reflexionar?, siempre es más fácil culpar al otro y buscar excusas para uno mismo.
  • No, no he reflexionado y no tengo ganas de hablar.
  • Si no comprendes lo que ha pasado, no podrás pasar página ni aprender de tus errores para no volver a cometerlos y lo más importante, no te sentirás abandonada ni fracasada. Deja a un lado tu ego y reflexiona.
  • ¿?
  • ¿Por qué te duele la soledad?
  • Porque me recuerda mi fracaso, —una lágrima empieza a correr por mis mejillas, y ya no puedo para esa lluvia—.
  • ¿Qué es para ti el amor?
  • Confianza, respeto… UFF… no sé…
  • ¿Qué no es amor?
  • —Pongo cara rara—, egoísmo, desconfianza, posesión, celos, mentiras…, —al verbalizarlo, me doy cuenta de que mi relación estaba basada en el no amor. Y de pronto la lluvia de lágrimas cesó—.
  • ¿Crees estar preparada para amar?
  • Ahora lo dudo, me siento confusa.
  • ¿Cuál es tu sueño más profundo?
  • Amar y ser amada, sí, eso es. Encontrar una relación estable y duradera, ser feliz, un buen trabajo, hijos y buenos amigos…
  • Tú y todos queréis un certificado de garantía de la vida cuando no lo hay. Antes de amar, debes de saber lo que quieres y sobre todo amarte y respetarte a ti misma, no buscar en los demás tu equilibrio y felicidad porque no lo hallarás. El amor lo llevas dentro porque es el rey del corazón, pero hasta que no lo descubras, tus relaciones seguirán siendo esporádicas porque te moverá el deseo de compañía para evitar estar sola porque eres incapaz de estar contigo misma. El amor es libertad y no cadenas; tú buscas confort, no amor, buscas que la otra persona llene tus huecos. Reflexiona, eres libre en tus decisiones, pero lo que elijas será lo que obtengas. Formula tu verdadera intención, debes hacer tu elección.

El espejo me devolvió mi imagen dándome el último retoque de maquillaje; sorprendida y perpleja estaba. Pensaba que tenía claras mis prioridades, ¡qué equivocación!, ahora todo se tambaleaba.

Llevaba un año, desde la ruptura de mi relación, que no levantaba cabeza, me sentía traicionada y me dediqué a ir de relación en relación, buscando lo que perdí y lo que conseguí fue más dolor al sentirme más vacía y llena de amargura. Mi dolor/ego me hacía sentir impotencia y hacía responsable a mi “ex” de mi fracaso.

Sé que tengo que hacer mi elección y aprender a aceptarme tal y como soy, con mis virtudes y defectos. He comprendido que solo puedo compartir lo que tengo y no puedo exigir al otro lo que necesito. ¿Deseo de verdad comprometerme conmigo?, la pregunta del millón. Tengo que reflexionar y ser sincera, a mí no me puedo engañar, necesito coraje y determinación antes de contestar. La elección me pertenece así como mi vida.

—ooOoo—

Detrás de una coincidencia hay más que un puro azar. Hay que descubrir que tienen en común para comprender lo que realmente está pasando. Solo necesitamos observar y ser sinceros con nosotros mismos.

 

Mi nombre es Bolingo

Mi nombre es Bolingo

Oyendo esa dulce melodía de las olas, me abandono a mi ensoñación. Veo a un niño con la sonrisa más radiante que el mismo sol, en un bosque lleno de luz y color; criatura adorable que danza con sus brazos levantados, en símbolo de gratitud al Espíritu del bosque, por su belleza y por este nuevo día; observo y siento con recogimiento el respeto de este momento de unión con la Naturaleza. Cuando termina, se acerca, me dice su nombre, “Bolingo”.

Bolingo desprende esa Luz propia de los seres amantes y respetuosos que unen las energías del cielo y de la tierra.   Sus ojos negros y profundos están cargados de sabiduría, —sabiduría del más allá y de su aprendizaje a través de su historia en la Humanidad—, me mira y su mirada me traspasa el alma y el tiempo a mi alrededor se detiene.

Veo África, continente de mil sabores y colores, música, sonrisas, paraíso de belleza y sabiduría. Cuna de la Humanidad con sabiduría milenaria, que aún hoy en día sigue radiando su luz a millones de personas. Descubro países tan diferentes, unos llenos de belleza, gracia y delicadeza que contrastan con otros donde la miseria, la desigualdad y el horror son los alimentos diarios de sus habitantes. Su suelo está sediento de paz y no admite más sangre. África agoniza entre guerras de hermanos y sed de la tierra. Muchas almas luchan para crear la paz y el bienestar social, pero hay sombras que lo dividen para que esa paz y prosperidad no germinen en su suelo. En mi espíritu oigo palabras de consuelo de un gran luchador, Martin Luther King: “devolver odio por odio, multiplica el odio, añade una oscuridad más profunda a una noche ya desprovista de estrellas.  La oscuridad no puede expulsar a la oscuridad: solo la Luz puede hacer eso. El odio no puede expulsar al odio: solo el amor puede hacer eso”, y palabras de Nelson Mandela: “el perdón libera el alma, elimina el miedo, por eso es una herramienta tan poderosa”.

De nuevo estaba en el bosque y esos ojos de ébano me miraban y sonreían. “Hay almas sombrías que buscan la luz sin saberlo, sufren y odian por ello; hay almas dormidas en el confort y hay almas luminosas que iluminan el camino. Hay que movilizar todas las fuerzas para luchar por la paz y hacer frente al miedo, hay que perseverar para conseguirlo y vencerlo”, me dijo.

Supe que había llegado el momento de decir adiós a ese niño eterno que todos llevamos dentro, él puso su mano sobre su corazón en símbolo de gratitud y amor, yo hice lo mismo, pues, ese niño llamado “Bolingo” me ha enseñado que el amor y el perdón son herramientas para construir un mundo mejor.

Ahora sé qué no fue un sueño, fue una experiencia en la que el alma se eleva y viaja por el universo para enseñarnos que todo forma parte de un Todo. Su nombre “Bolingo” será recordado y no lo podemos olvidar. Su mensaje de paz y esperanza, de gratitud y alegría, de solidaridad y libertad hacia su tierra natal, África y hacia toda la humanidad, es el lenguaje de los tambores de la tierra, de la danza y de la alegría, de los colores y de la vida.

Estrellas de nácar

Estrellas de nácar

Estrellas de nácar que cabalgan por el cielo, iluminando las sombras aquí abajo, mirando con desconsuelo y amargura la matanza entre hermanos.

Estrellas de nácar que absorben las nieblas de las sombras, de los que cabalgan por las tinieblas, cuando se dirigen al campo de batalla, donde solo se ven cuerpos destrozados, se oyen gritos de terror que algunas sombras rematan sin compasión.

Las sombras de las tinieblas cabalgan de noche, ebrios de violencia porque han masacrado a inocentes, pero al amanecer, los implacables rayos del sol escenifican un espejismo —las huestes llegan a casa y ven con horror el mismo escenario que ellos dejaron: huesos esparcidos de sus hijos, mujeres, padres y amigos, aquí no hay gritos de dolor porque también fueron ahogados sin compasión. Las sombras aúllan su dolor y odio, jurando venganza—.

Estrellas de nácar que absorben la oscuridad de los sueños y hacen sentir a los verdugos el miedo y la cobardía que esconden en su fuerza bruta y viles espadas. Verdugos que beben con sangre de inocentes la victoria, ignorando que su guerra acaba de empezar y dejará una huella incapaz de borrar. Los que ellos mataron eran los hijos de estos que ahora se cobran su venganza. Ellos también lloraron a sus seres queridos, ¡cuántas vidas se han perdido!

Las sombras de la violencia se visten con frías armaduras porque han enterrado su corazón, pero han olvidado que la chispa del amor que todos llevamos en el corazón jamás se apaga y prenderá de nuevo cuando estén preparados para amar y no odiar, para respetar y no despreciar.

Las estrellas de nácar volverán a visitar en sueños a los jinetes que juraron vendetta y les ayudarán a comprender que la violencia, la venganza, el odio, son un boomerang que toca a todos, tanto al que lo lanza como al que lo recibe.

“Después de mucho cabalgar sin rumbo, dolidos en sus almas y cansados por los implacables rayos del sol que les hacen sentir que no hay sosiego en la vendetta, los dos bandos de las frías armaduras se encontraron, solo se veía el odio en sus ojos y se sentía la violencia en sus manos. El aire les trajo llantos y voces de sus familiares pidiendo paz para poder ellos descansar, pero antes, los dos bandos deberían firmar la paz, solo así sus muertes podrían servir de lección.

Los dos bandos se miraron y por primera vez, vieron que todos eran seres humanos. En sus ojos nació una chispa y en su corazón una alegre melodía, el perdón. Juntos buscaron un lugar donde descansar sus cansadas almas y enterrar para siempre sus armas y vivir entre hermanos”.

Durante la noche algunas aves salieron para dar una serenata a las estrellas de nácar hasta que la luz las escondió y los rayos del sol calentaron de nuevo el corazón de los cansados guerreros que descubrieron que el espejismo de la violencia que vivieron solo era un mal sueño en el que aprendieron que el verdugo del odio no existe si en el corazón la chispa del amor ha prendido para siempre jamás.

Una estrella brillante en el cielo les confirmará que los sueños son enseñanzas para aprender a vivir y no a matar.

Somos polvo en el universo

Somos polvo en el universo

“¿Quién eres, ese niño asustado o ese hombre que impone su voluntad sin mirar atrás?”. Me sobresaltó esa pregunta y no supe qué contestar. La he oído tantas veces… y tantas respuestas he buscado, pero aún no la he encontrado.

Como no tengo amigos, cada atardecer después del trabajo, me siento a ver el mar, el vaivén de las olas que como mis pensamientos vuelven una y otra vez —el tiempo pasa sin descanso como la vida, somos polvo en el viento y cuerpo en la tierra, qué irreal parece lo real—. De nuevo oigo esa voz: “a preguntas vivas, respuestas vivas”.

De vuelta a casa, caminaba por ese camino que recorro cada día al atardecer, me gusta recordar una frase de Omar Ibn al-Jayyam “Lámparas que se apagan, esperanzas que se encienden: la aurora. Lámparas que se encienden, esperanzas que se apagan: la noche”. A mi manera, saludo también al nuevo día en el otro extremo y a este atardecer, les deseo felices sueños.

Pensaba en Persia, cuna de grandes pensadores y personajes, entre otros muchos, Avicena y Omar Jayyam —hombres polifacéticos, separados en el tiempo y unidos en el espíritu—, siempre me han hecho sentir reminiscencias de una fragancia de azafrán y de jazmín. Recordaba unos versos de Omar sobre ese maravilloso elixir llamado vino: “si los amantes del vino y del amor van al infierno, vacío debe estar el paraíso. … Sonríe… Toma este cántaro y bebamos, escuchando serenamente el silencio del cosmos”; no sé lo que pasó, caí en la inconsciencia; tal vez, me doblé un pie y al caerme me golpeé en la cabeza.

En el mismo instante en que dije, ¡ay!, me encontraba en un lugar muy agradable, luminoso y de ambiente festivo, me sentía dichoso. No sabía dónde estaba y poco me importaba; solo sentía una serenidad como nunca antes la había sentido. Me senté en un sillón muy confortable y delante de mí, una pantalla enorme donde se proyectaba mi vida —desde que nací hasta este instante. Vi la alegría de mis padres cuando nací, sensaciones y emociones…; niñez: juegos, amigos, risas, caricias y cariño de mi madre, sensaciones y emociones…; adolescencia: colegio, amigos, chicas, primeros besos… secretos… sensaciones y emociones…; juventud: estudios, sueños, independencia y soledad, amores y desamores, caídas y subidas, errores y aciertos, sensaciones y emociones…; adultez: relaciones y compromisos, separaciones, hijos y otras relaciones, trabajo, amistad, traiciones, problemas, historias acabadas e inacabadas, tristeza de cosas irrealizables, sensaciones y emociones…

Cada época tenía su pantalla, así pude ver todas las etapas de mi vida en su conjunto; recuerdos olvidados vuelven galopando como caballos salvajes. Ruidos disonantes en mi familia; traiciones de amigos y relaciones; trabajos que no me gustaban y días duros para mantener a mi familia; problemas sin solucionar guardados en el cajón de mi escritorio.

Todos son sentimientos intensos. Reconozco que soy una persona con miedos, escondida en mi ego, imponiendo mi voluntad a todo aquel que me rodea. Viendo estas imágenes me doy cuenta de cuantas cosas he pasado por alto y qué poco he aprendido de todas esas lecciones que la vida me ha puesto en el camino. Pasiones desbocadas, traiciones sufridas y realizadas, pocas alegrías y un respeto disfrazado de miedo… Veía escenas agradables y entrañables y otras amargas como la hiel que me escocían hasta el alma. Empecé a removerme en ese sillón tan confortable. Se hizo el silencio, la pantalla se quedó sin imagen.

Comprendí que todo tenía un porqué, me había llenado de miedos, sufrimientos, resentimientos, apegos… Lágrimas amargas escocían mis ojos, sentí un pesar tremendo en el corazón cuando vi el sufrimiento que había causado a la mujer que amaba, a mis hijos, a mis amigos…, mi vida ha sido una huida de mí mismo. Momentos amargos de autocompasión y de excusas.

Se volvió a iluminar la pantalla, tomé consciencia que todas esas personas que han formado y forman parte de mi vida, han sido maestros a los que ignoré, creándome yo solo esta altivez. Vuelvo a ver mi presente y una pantalla de un blanco radiante y brillante se enciende para que yo pueda realizar esta nueva fase de mi vida. Solo yo soy responsable y de mí dependerá la forma que tome el destino.

Las pantallas se apagan y siento un escalofrío. Abro los ojos y veo a mis hijos que con ojos llorosos me abrazan y me dicen “¡has vuelto!”.

Lloro de felicidad al ver que mis hijos están a mi lado y no me han olvidado y porque he comprendido el porqué de mi huida. “Cuando tenía cuatro años me caí de un árbol y una piedra puntiaguda se clavó en medio de mi frente, dejándome malherido, aún guardo esta cicatriz en la frente y en mi alma. A partir de ahí empecé a tartamudear. Mi padre me hizo sentir que era un fracasado. Sufrí mucho de burlas cuando era pequeño y joven; esas palabras hirientes me hicieron construir una coraza de acero para que nadie más me viera como un fracasado. Tuve que sacar mucha fuerza y voluntad para enfrentarme a la vida, hoy dulces lágrimas de perdón corren por mis mejillas. El niño asustado ha salido y el hombre altivo se ha ido. Descubro que soy una persona nueva con nostalgia de una vida perdida que compensó el miedo por ego. Ahora vuelvo a vivir y estoy preparado para amar y enmendar mis errores”.

En el silencio de mi corazón, una lección ha quedado grabada a fuego “hay que ser observadores de nosotros mismos para poder cambiar los escenarios de nuestra vida”.

Real o irreal, somos cuerpo y energía, somos polvo en el universo. El secreto es unir esos lazos invisibles para encontrar el equilibrio y la armonía.

(Versos y frases de Omar Jayyam de Google.)

En las trincheras

En las trincheras

Esta es la historia de Aamir, un niño de cinco años que ha sido obligado por la crueldad de algunos señores a vivir en una trinchera donde el silbar de las balas son los sonidos que oyen sus pequeños oídos. Aamir agoniza, poco a poco, su pequeña y corta vida se va con cada respiración —el aire es irrespirable debido a los ataques biológicos, así como a los bombardeos que no cesan—, su pequeño cuerpo ya no tiene fuerzas y ha caído en la inconsciencia, lugar donde no siente dolor ni temor.

Su inconsciencia les lleva a unos recuerdos muy queridos, a su casa, donde sus hermanos y padres lo miran orgullosos de su gracia, de su buen humor y de su alegría innata. Padres que trabajan el campo, respetuosos con la tierra que les da de comer y amantes de sus hijos; hijos que estudian para labrarse un mejor porvenir para todos y por las noches se sientan juntos para cenar y compartir sus vivencias, alegrías o tristezas. Una familia más entre los miles de familias en el mundo, a lo largo y ancho del planeta.

Vidas truncadas sin saber por qué, a la merced de unos señores que decidieron que la vida de esas personas les pertenecían y como consecuencia, llegaron a la conclusión de que si las aniquilaban no pasaba nada, serían daños colaterales en medio de ese terrible escenario que acababan de crear, la guerra.  Así empezó una carrera sin fin de años de horror, de sufrimiento, de miseria que aún siguen padeciendo en sus carnes las personas que viven en las trincheras, temblando de terror cada segundo de sus vidas y esperando que la muerte venga a salvarlos de ese terrible escenario.

Esos señores que solo saben crear guerras, fabricar armas y generar caos a su alrededor, son almas enfermas que viven a lo largo de los cuatro puntos cardinales del planeta. No les importa si las personas viven o sufren; las personas que no han muerto físicamente, están muertas interiormente porque reviven su tortura diariamente, siendo la muerte su sombra y compañera, ¡qué atroz sufrimiento!

Para la gran mayoría de los seres humanos estas barbaries son inconcebibles, inaceptables e inhumanas, ya que la vida humana es sagrada y debemos respetarla y no es una moneda de cambio o de compraventa, como esos señores piensan, porque a ellos solo les mueve el poder y el dinero, pero tienen sobre su conciencia la muerte y la miseria de miles de seres humanos que han dejado en la cuneta viviendo en las trincheras.

Aamir, sale de su inconsciencia, se remueve en las trincheras, cubierto de tierra mojada y piedras que se clavan en su pequeño cuerpo, y vuelve a vivir esa pesadilla de horror y dolor, incomprensible para él; llora desconsoladamente porque se ha dado cuenta de que su familia se ha ido, se siente solo y abandonado.

Su dolor y desesperación es tan grande que vuelve a caer en la inconsciencia, pero esta vez, vive el reencuentro con sus padres y hermanos que le sonríen y le esperan. Él se levanta y se dirige hacia ellos, no siente dolor ni tristeza, solo una gran alegría de volver a estar con su familia. Vuelve su mirada hacia atrás y se da cuenta de que ha dejado las trincheras, que como otros muchos compañeros, sonríen y se van felices porque para ellos se acabó el infierno.

Mucha gente sigue sobreviviendo y agonizando en esas trincheras esperando que su sombra, la muerte, les lleve con sus familiares y amigos, sin comprender por qué nadie les ha ayudado.

Al ver tanta destrucción, miseria, heridas que jamás cicatrizarán, vidas sesgadas…, trincheras empapadas de sangre y llantos de tristeza, me pregunto ¿cuánto vale el poder y el dinero? No hay nada que valga más que una vida humana. Los corazones de hierro, esas almas enfermas, son los verdugos que quitan la vida y la alegría a miles de personas a lo largo y ancho del planeta, pero esos verdugos que han perdido el perfume de sus almas deben saber que los miles de almas que sufren y que se han ido, elevan sus plegarias sinceras de perdón para que la paz vuelva a la Tierra y a la Humanidad entera.

La voz del pequeño Aamir es la voz de todos los niños y víctimas que se han ido y que siguen luchando por sus vidas, voz que seguirá viva y cada día se alzará más y más hasta los confines del universo, hasta que los responsables de esos crímenes y de esas trincheras paren las guerras, las masacres, las violaciones para que la Humanidad entera pueda celebrar la victoria de la paz sobre la guerra.

No hay poder en el universo más grande que el amor y el perdón y no podemos olvidar que los seres humanos estamos hechos de esas esencias. Esas almas enfermas solo desean poder y dinero, ¡qué pobres son al vivir esa falsa ilusión!, jugando a ser dioses del averno, donde el egoísmo y el ego acompañan a su cortejo creando sufrimiento y terror.

El canto de los pájaros simboliza la voz de los niños, símbolo de libertad y alegría, que cada día nos alegran las mañanas con sus cantos y revoloteos.

Todos nosotros debemos a esos héroes del silencio nuestro compromiso de lucha para restablecer y reconstruir la paz, lugares donde los niños junto con sus familias puedan vivir, jugar y reír y nos alumbren con esas sonrisas como soles para que el futuro de la Humanidad sea VIVIR en paz y nunca más en las trincheras. #YoSoyAamir

 

 

 

Vestidos de naranja con números de perpetua

Vestidos de naranja con números de perpetua

Después de haber pasado un bonito día con mis amigos, soñando con mis primeros besos y caricias de ese chico cuya mirada me hipnotizaba…, mi vida cambió en el camino de vuelta a casa, cuando el coche del padre de Clara se paró. De vez en cuando nos recogía para llevarnos a casa, pero, ese día, Clara estaba enferma…

—Te invito a merendar, ya que quiero hablar contigo de la sorpresa de cumpleaños de Clara.

En el coche estaban dos amigos y fuimos los cuatro a una cafetería; no recuerdo mucho, me sentí mareada y volví a tomar consciencia cuando estaba en una cama y esos tres hombres maduros se reían y decían obscenidades. Solo veía las sombras de sus máscaras.

No quiero imaginar lo que han hecho a mi cuerpo. Oigo palabras de amenazas que me hielan el alma… juro no contar nada… pero en el fondo de mi ser, sé que cuando esté preparada denunciaré estos actos indignos del ser humano, y, a esos tres depredadores con apariencias de señores, los veré detrás de los barrotes vestidos de naranja. Cada uno esculpe sus cómo, porqués, delimita su parcela de hombre o bestia; cada cual elige su vida, todas las decisiones tienen consecuencias.

Al mirar a Clara, días después, los ojos se llenaron de amargas lágrimas, —ella me preguntaba ¿qué te pasa? Y, aunque, no era culpable, me alejé sin querer, no podía soportar su compañía porque veía a su padre con esa mirada lasciva que me helaba la sangre… aún, no estaba preparada para decirle la verdad. Me alejaba sin contestar, solo pensaba: “tu padre y sus amigos me han violado hasta hartarse, han robado mi primer beso y caricias”. Sabía por Clara que su padre, cada atardecer cuando volvía a casa, les daba un beso de buenas noches y se sentaba con su mujer a tomar una copa, para hablar de cómo había ido el día. ¡Qué lejos estaban de saber que el buen padre y ejemplar marido era una bestia sin escrúpulos, de vejaciones y afrentas, violador de niñas!

Me siento sucia, humillada y ultrajada, no sé si alguna vez esta herida sanará, tendré que hacer acopio de todas mis fuerzas para reescribir mi historia, una nueva historia serena y sembrada de flores de múltiples colores, algunas con espinas que me harán sangrar, pero será por mis decisiones.

“La claridad viene con el valor y el coraje de mirar de frente para no sumergirse en el pasado y sentirse víctima el resto de nuestros días; las emociones tienen dos caras, hay que elegir siempre la positiva como la valentía y la sonrisa para qué la fuerza y la voluntad surjan de ellas. Todos tenemos un destino y debemos ir a su encuentro”, palabras que mi madre me repetía una y otra vez para curar mis heridas en el cuerpo y alma.

Por fin, un día, al levantarme y cuando miraba a mi madre, vi en la profundidad de sus ojos, la fuerza de ser mujer y madre; comprendí sus palabras “ser mujer significa tener coraje, voluntad, amor y fuerza, porque somos portadoras de vida y guías de nuestros hijos, no debemos aceptar maltrato ni violencia en nuestras vidas”.  Supe qué había llegado el momento de pasar página y de denunciar esas violaciones.

Sé que durante toda mi vida habrá una espina de ese recuerdo y también sé que hay que luchar por la libertad y la justicia para evitar que bestias humanas sigan destrozando la vida de otras personas. Al mirar de frente puedo ser feliz, las vejaciones y las violaciones se pagan y esas tres bestias no necesitarán más sus máscaras porque ahora visten de color naranja con números de perpetuas.

Los derechos humanos son un derecho intrínseco de cada ser, nadie puede estampar su sello de propiedad o su deseo en el cuerpo de otra persona; el ser humano no nació para ser mancillado.

(Foto “La Naturaleza Sagrada del Ser Humano”).