Si no te gusta el mundo, ¡cámbialo!

Si no te gusta el mundo, ¡cámbialo!

Todo viaje comienza con un deseo y un objetivo y se hace realidad cuando damos el primer paso y empezamos a andar. El enigma que conlleva no saber cómo lo vamos a hacer es el que nos acompañará durante todo el trayecto, esa incógnita nos llena de entusiasmo y nos da fuerzas para situarnos en el punto de partida.

Las personas que deciden caminar e ir al encuentro de su propio destino prefieren la libertad tanto de ser como de pensar al conformismo que les impone la sociedad que, como un narcótico, los mantiene adormecidos. Ellas creen en la grandeza y sublimidad de su ser, en la fuerza de sus sentimientos, en sus ideas, intuiciones y percepciones guías necesarias para alcanzar su objetivo. No tienen miedo de adentrarse en lo desconocido, pues aceptan viajar más allá de sus miedos.

Hay millones de personas que no les gusta el mundo en el que vivimos. Cada día la violencia es más atroz y la crueldad llega a límites insospechados.  Un líder debe tener autoridad natural pero no abusar de ella y tomar decisiones correctas para un bienestar social mejor. Algunos dirigentes incitan a la violencia, creando más furia y ensañamiento hacia otros ciudadanos, creando un caos incontrolable. La sociedad crece en valores materiales y pierde los valores éticos. Las armas cada vez son más poderosas y sin control. Vivimos en un laberinto cuya salida está oculta porque los que lo han originado vigilan para que la sociedad siga estando aletargada bajo la influencia del miedo, de la ignorancia y de la opresión.

En cualquier ámbito social o político, la violencia está a la orden del día: conflictos, corrupción, injusticias, esclavitud, da igual la creencia, el color, la edad, ser rico o pobre. El ser humano ha transformado sus valores de respeto y dignidad por cobardía y vileza. Los individuos que viven para sus pasiones desbocadas son esclavos de ellas, cuyas garras los tienen bien atrapados en su mundo sin sentido y cruel. Y, lo más triste es que muchas de esas personas se han convertido en robots de matar sin saber por qué lo han hecho.

La ética nos ayuda a instruirnos y así impulsar la construcción de ideas y reflexiones justas para que Hombres y Mujeres —deseosos de la verdad, la libertad, la justicia, el respeto, la dignidad— puedan silenciar esos gritos de crueldad y de guerra que provienen del abismo de la ignorancia, del egoísmo y de corazones congelados por el odio…

Hay que escapar del miedo y de la opresión que nos mantienen esclavos y sumisos para volar hacia la libertad; siendo libres podemos ser más lúcidos y ver con claridad nuestra situación para poder transformarla en armonía, trayendo aire fresco para volver a ser seres humanos con conciencia. La vida es una partida de ajedrez, tenemos que aprender a jugar y a reflexionar cada jugada.

Si no te gusta el mundo, ¡cámbialo! Si una tarea te parece difícil e irrealizable, desmóntala en pequeños pasos para ir comprendiendo y avanzando.

Las personas que han osado adentrarse en la selva de lo desconocido saliendo del conformismo para luchar por la paz y el bienestar en el mundo, han dejado una impronta en el subconsciente de nuestra humanidad desde el comienzo de los tiempos y han tejido lazos de sabiduría que jamás desaparecerán. A veces tenemos que atravesar los muros de nuestra conciencia para respirar, saborear y vivir la libertad.

Si no te gusta el mundo, ¡cámbialo!, todo depende de nosotros.

 

La Tribu milenaria

La Tribu milenaria

En el comienzo de los tiempos, cuando el amor estaba inscrito con letras de fuego en el corazón de todos los hombres, existía una sola Tribu llamada Humanidad que, poco a poco, se fue diseminando a través de nuestra querida Madre Tierra.

Esta Tribu es única y extraordinaria, compleja y bella por su amalgama de peculiaridades, colores, creencias, culturas, formas de pensar…

Al nacer, traemos como herencia letras de fuego marcadas en nuestro corazón “libertad” y somos depositarios de ese don para alcanzar el objetivo final, ayudar a los demás y a nuestra comunidad, creando así un bienestar sociológico y espiritual.

Desde que nuestra Tribu nació, siempre han existido “jefes pacíficos y jefes belicosos”, unos han creado la paz y el progreso y otros han generado destrucción y caos en su propio provecho. Nuestras almas guardan las cicatrices de esas barbaries, de ver cómo se marchitan nuestros derechos humanos y renace la violencia.

Mientras gobierna un “jefe pacífico”, el progreso y la sociedad van en la misma dirección; se cosecha bienestar y se recogen los frutos en educación, cultura y respeto. Cada nativo tiene su derecho a vivir su propia aventura.

Cuando gobierna un “jefe belicoso”, las consecuencias de su mandato son como una onda expansiva que se extiende por todo el planeta, debido al afán de dominar y a la injusticia; ocasionando una alteración del orden establecido y tocando a cada uno de los miembros de la Humanidad, sacando lo peor de muchas personas y llevando a la muerte y al sufrimiento a miles de inocentes.

De todos es sabido qué gran parte de la Humanidad vive en la miseria, donde el sufrimiento es el aire que se respira; muchas veces no somos capaces de medir la fuerza que el hambre y el dolor pueden proporcionar.  Personas que cierran sus ojos para no ver más crueldad y luchan por no abrirlos porque no hay ni siquiera un tal vez; la esperanza es un sueño de alto riesgo que nace en los corazones heridos y que sirve como bálsamo para aliviar esas heridas en un escenario hostil y violento que no tiene fin.

Se crean leyes y normas para que todos podamos cumplirlas —aunque no siempre es así—. El objetivo de cualquier sociedad es la libertad, reconocer y aceptar las diferencias, las minorías, las culturas, las razas. Los políticos deben dirigir y contribuir para lograr ese respeto. Todos buscamos seguridad, reconocimiento y pertenecer a un clan que nos respete y proteja porque es nuestro derecho.

Esa llama que arde en los corazones de los hombres y mujeres, con mayor o menor intensidad, es la que nos ayudará a reconstruir este mundo que cada día se derrumba un poco más. Sabemos que hemos reconstruido una y otra vez sobre ruinas y sus vestigios nos recuerdan otros tiempos de los que tenemos que aprender y no olvidar.

Las palabras simples, los gestos amables, las miradas honestas tejen luz de armonía y serenidad entre todos los nativos de esta Tribu milenaria a la que todos pertenecemos. Busquemos la paz y alejémonos de la violencia. Hay muchas lágrimas derramadas en el mundo y aunque se sequen quedan los suspiros que nunca se irán. Dejemos que el fuego de nuestra alma nos devuelva el Amor, que el perdón nos dé esperanza y la confianza, bienestar.