Vivir

Vivir

¿Qué he hecho con mi vida?, pregunta que surge a menudo, pero temida cuando surge al final del camino —cuando la barca nos espera para llevarnos a la otra orilla— y hace temblar los cimientos de nuestra vida. Nos hemos preocupado por una vida sin sentido, olvidando lo más importante, nosotros mismos; hemos vivido invirtiendo nuestro tiempo en complacer a los demás, trabajando sin descanso, olvidando que un beso y una caricia son abrazos cálidos y sinceros que reconfortan nuestra alma cuando volvemos a casa. Invertimos en erróneas inversiones sin pensar que el tiempo se escapa, con error, creemos que somos eternos. Especulamos con nuestra vida esperando que mañana sea mejor que hoy, olvidando que el mañana nunca llega.

Hemos dejado escapar momentos mágicos por estar inmersos en ese mar materialista que solo proporciona preocupaciones y sinsabores; por el qué dirán —dejado pasar amores y pasiones— del que todos llevamos cicatrices; incluso, al mirarnos en el espejo no nos reconocemos porque hemos apagado el brillo de nuestra mirada que ahora está velada.

Nuestra decisión es la que construye o destruye nuestra vida. Debemos rehusar ser una marioneta del ego, de los miedos y luchar por lo que creemos, siendo observadores de nuestras acciones para cambiarlas si es necesario. Los sueños y pasiones son las fuerzas de nuestra vida porque nos hacen ser el actor principal de nuestra obra, y no, uno secundario de la puesta en escena de los demás. Estar vivo es SENTIR las dos caras de la moneda, amor – esperanza, dolor – temor. Todo, forma parte de nuestra existencia y no podemos dejar de luchar para conseguir lo que amamos.

Estar vivo es sentir y vivir cada día. La barca llega sin avisar, y no nos podemos escapar, para llevarnos hacia poniente. Cuando dudes y desfallezcas siente que estás vivo, levántate y camina porque tienes otra oportunidad, toma las decisiones que tengas que tomar, pero no dejes escapar la vida. No vivas muriendo, muere viviendo. Así, cuando estés en la barca y mires hacia atrás, verás una vida plena, tu sueño reflejado en tu huella; no una vida fútil cuya respuesta a esa temida pregunta ¿qué he hecho con mi vida?, te escueza en el alma, pues ahora conoces su respuesta, “mi vida ha estado vacía”.

Debemos recobrar el sentimiento mágico de VIVIR y saborear esa palabra viva que es la VIDA.

(Foto privada)

Consecuencias de la injusticia social

Consecuencias de la injusticia social

La Justicia (del latín iustitĭa)1 es la concepción que cada época y civilización tiene acerca del sentido de sus normas jurídicas. Es un valor determinado como bien común por la sociedad. Nació de la necesidad de mantener la armonía entre sus integrantes. Es el conjunto de pautas y criterios que establecen un marco adecuado para las relaciones entre personas e instituciones, autorizando, prohibiendo y permitiendo acciones específicas en la interacción de individuos e instituciones. (Definición según Wikipedia)

Mi pregunta es ¿si ha nacido para mantener la armonía entre sus integrantes?, es decir, todos, ¿cómo es posible que en el siglo XXI siga habiendo tanta injusticia?, injusticia a nivel social, de sexos, de países, de educación, de trabajo, de sanidad, de racismo, de credos, de culturas, de etnias… y un sinfín más.

En este momento de la Historia de la Humanidad estamos sumidos en una gran crisis social que abarca todo el conjunto de la Historia del ser Humano, miseria, éxodo, guerras, totalitarismos, personas en el poder que se creen, dioses para quitar la vida a personas solo por tener diferentes formas de pensar o encarcelarlas u otras atrocidades que son el pan de cada día.

Según mi opinión, La Justicia debe prevalecer como un valor supremo para que pueda ser dictaminado por personas con un alto nivel de Humanidad y debe ser otorgado por jueces, gobiernos, financieros, políticos, religiosos y, por supuesto, por ciudadanos. Este valor supremo debe ser utilizado correctamente y a favor de todos, no favoreciendo a unos cuantos y perjudicando a la gran mayoría.

La Justicia es como una gran Cantera de donde se saca todas las piedras que sirven para múltiples funciones, construcción de casas, carreteras, puentes, escolleras, esculturas… por lo que es importante que la materia prima, es decir, la piedra, la justicia, esté saneada y en perfectas condiciones para su utilización.

¿Qué provoca la injusticia?

La injusticia provoca insatisfacción, ya sea de índole material, emocional, mental o religioso.

La justicia en sí es un valor único para mantener la armonía según su definición; armonía que en estos momentos está ausente de la Humanidad y es lo que provoca la discordia en el mundo.

La insatisfacción, la desesperación, el engaño, la falta de respeto y dignidad, el miedo a no tener que comer ni dar de comer a nuestros hijos tienen consecuencias graves y estas emociones nos llevan a la violencia, nos empujan hacia relaciones de fuerzas contra el gobierno, contra las personas no afines a nuestros credos, color o raza, contra los políticos o instituciones; la insatisfacción nos lleva a una huelga general con consecuencias negativas y muy graves para todos.

La Justicia es sinónimo de paz, de respeto, de dignidad y estos valores se pierden si no estamos en armonía, si las instituciones, los políticos, los gobiernos, los líderes no son respetuosos, leales con los ciudadanos, sean quienes, sean etnias, hombres o mujeres, homosexuales, blanco o negro, musulmán, católico, judío o de Zaratustra.

El dinero es goloso y se pega como un imán, pero el poder malentendido, egoísta y perpetuo es aniquilador; las personas débiles que han cambiado su ideología, sus principios, sus valores por el poder, por el sillón, se sienten cada vez más poderosas y fuertes, pero en realidad no son ellas las poderosas son los poderes que se han conferido así mismas con muy graves consecuencias para los demás, no cito ejemplos, ya que todos conocemos las consecuencias de países totalitarios aunque muchos de ellos están etiquetados bajo otro nombre, o de corrupción o de llevar al abismo a sus ciudadanos.

Hay que ser valientes y vigilantes para no caer en la vanidad que siempre quiere salir victoriosa.

La justicia es humilde, es respetuosa, es pacífica, es digna, es fuerte y es sabia, cualidades que son opuestas al poder sin mesura, al poder por la fuerza, al poder donde no hay valores humanos, donde el respeto y la dignidad se han olvidado y como consecuencias tenemos a una gran mayoría de la humanidad sumida en la miseria y en la pobreza, bajo condiciones infrahumanas, aun así, no nos equivoquemos, a esas personas que tienen el poder, a ellos, esto no les importa.

¿Cómo podemos buscar soluciones a la injusticia?

Según mi opinión, solo se podrán solucionar los problemas si hacemos las cosas correctamente, como decía Gandhi «NO HAY CAMINOS PARA LA PAZ, LA PAZ ES EL CAMINO», los políticos deben ser honestos y leales a las personas que los han elegido, castigar la corrupción sean quien sea el responsable, rey o lacayo; buscar soluciones sociales, no malgastar el dinero por consumismos absurdo que solo nos llevan al endeudamiento en beneficio de unos pocos, cambiar el consumismo por valores de respeto hacia el medioambiente, no seguir malgastando las energías ni los recursos naturales, utilizar energías renovables, incentivar a instituciones que trabajen por ayudar a la naturaleza para no seguir destruyéndola, no seguir contaminando el planeta, y a los dirigentes que aceptan que sus ciudadanos vivan bajo el umbral de la pobreza que se les retire inmediatamente del mando, las riquezas naturales de los países también deberían ser compartidas con el pueblo y así tener trabajos en condiciones, salarios dignos, sanidad, educación para que pueblo progrese. Parece una quimera, una utopía, pero los sueños se pueden realizar si nos esforzamos en trabajar y en luchar por lo que creemos.

Buscar alternativas en las ciudades para dejar de utilizar tantos coches, poner más servicio público, los supermercados, guardar la comida y en lugar de tirarla, hacerla llegar a miles de personas que la necesitan, en definitiva, desarrollar nuestra Humanidad para el bien de todos.

Los gobernantes no deben estar en el poder más de 8 años para que así no se sientan cómodos en su sillón de oro y puedan hacer y deshacer a su antojo. Deben rotar para ser conscientes de sus errores e ir aprendiendo para poder solucionarlos.

Todos somos responsables de nuestro mundo y a todos nos reviene nuestra parte de responsabilidad de ser ciudadanos del mundo y ser las voces de las personas que no pueden hablar porque no se les permite.

La Justicia está unida a la paz, al amor y al respeto, desarrollemos nuestra Humanidad para que todos podamos gozar de una vida mejor. No se puede seguir permitiendo que la avaricia, la ceguera del poder mate y siga matando a tantos miles de seres humanos. De la misma forma que cuando acabó la Segunda Guerra Mundial se crearon las Naciones Unidas, ahora es el momento de crear las NACIONES UNIDAS POR LA PAZ Y LA JUSTICIA (NUPYJ).
Sin Justicia ni Paz no podrá sobrevivir la Humanidad porque no habrá libertad ni progreso.

 

El cisne negro

El cisne negro

Cuenta la leyenda que cuando aparece un cisne negro nada será como antes, pues marca un punto de inflexión.

Ese punto de inflexión es la siembra en los campos; semillas de libertad o violencia, todo depende de nuestra elección.

A muchas personas les gusta preservar bien su coto de caza, cultivando campos de violencia, creando armas cada vez más sofisticadas, estado a la merced de cualquier persona y pudiéndose adquirir desde una edad temprana con consecuencias terribles no solo para sus familiares y amigos, sino para la toda la Humanidad al sentir impotencia ante tal horror, crueldad e irresponsabilidad. Todas las víctimas tenían un futuro que deseaban vivir y un destino por el que luchaban para ir a su encuentro, pero la maldad de algunos lo han impedido. Con sus actos y decisiones han destruido a muchas personas, dejándolas como animales heridos, sin saber cómo pueden salir de ese voraz dolor y de esas heridas en el alma.

Los campos sembrados de libertad son campos abiertos cuyas simientes hacen crecer la paz, la seguridad y la igualdad de todos los seres humanos, estando simbolizada por la democracia y siendo contraria a la autocracia. Si no se respeta la libertad —entiéndase por libertad, respeto, justicia, derechos y obligaciones de todos—, la sociedad se divide y empieza a buscar otros caminos, entre ellos la violencia cuya furia subyacente emergerá cuando menos se espere, causando un daño irreparable.

La vida es un río donde el agua fluye sin cesar, el agua estancada crea moho y malos olores. Los dirigentes deben ser como ríos, fluir en la dirección del agua, de la vida e ir cambiando para aportar nuevos nutrientes de libertad a la sociedad.

Todos, ciudadanos y gobernantes, debemos tener el mismo objetivo: la libertad, que como la primavera eclosiona en colores y flores de paz, respeto, justicia, igualdad… trayendo fragancias y nueva vida.  Todos somos seres humanos, con nuestras fuerzas y debilidades, y, todos debemos aprender a respetarnos a nosotros mismos y a los demás; a luchar con valores morales y éticos para poder asegurar la libertad en la sociedad; en caso contrario, degeneraríamos en una autocracia donde germina el virus del miedo y de la corrupción que se expande como una pandemia por todo el planeta infectando a toda la Humanidad. Todos somos responsables de nuestros actos y las consecuencias buenas o malas tocan al conjunto de la Humanidad. Matar a un individuo es matar a la Humanidad, salvar a un individuo es salvar a la Humanidad.

La Humanidad es un torbellino de vida, de proyectos, de relaciones, de culturas, de ideas vivas, por lo que hay que construir puentes para comunicarse y unirse. Los campos de violencia deben desaparecer para ser sembrados con semillas de paz y evitar más matanzas. Nadie puede saber cómo va a ser la vida de otro, sus decisiones y su tiempo le pertenecen; nadie debe terminar con la vida de otra persona, esto es, ir contra natura.

Los vientos del destino hacen que el cisne negro retome su camino, su marcha nos deja una estela de pensamientos y reflexiones para evitar que se disparen flechas que solo traen guerra a la vida y un sufrimiento voraz que nos destruye. Hay que dejar de ser destructores de la Humanidad y crear campos de cultivo, de libertad para recoger paz, seguridad, igualdad, respeto, justicia… “La no violencia es un principio de vida para crear un mundo mejor”.

El cisne negro nos ha dejado una pluma que lanzo al viento para que se convierta en ala y llegue al corazón de la Humanidad, donde la flor de la armonía se abre en esta primavera.

 

La Paz es el pilar de una Sociedad justa

La Paz es el pilar de una Sociedad justa

Hay que recordar que la oscuridad tan solo se coloca temporalmente frente a la fuente de luz, como un eclipse solar.

Hay gobernantes que se creen omnipotentes porque habitan en países ricos y poderosos en cuanto a dinero y a armas se refiere. La mayor responsabilidad que tienen es crear una sociedad justa, donde haya una convivencia pacífica y que todos los ciudadanos tengan derechos como la libertad, la educación, la dignidad para que siembren semillas de paz y de progreso.

Una sociedad justa no puede existir sin hombres justos y honestos. No podemos ser justos y honestos creando guerras, tolerando el sufrimiento de miles de seres humanos y llevando a la muerte a personas que su único delito es vivir. No podemos volvernos ciegos ni sordos ante la miseria y el sufrimiento que ocasionan las guerras.

Para tener una convivencia pacífica entre los diferentes y complejos seres humanos, debemos recuperar  los valores éticos y morales, la conciencia de nuestra alma, el respeto, la justicia, la libertad, la dignidad…

Los señores y señoras que representan a los ciudadanos de los países deben ser responsables de sus decisiones. Deben crear unidad y no división; la división crea conflicto y desorden y esto puede llevar a la muerte a miles de personas. Antes de tomar decisiones erróneas y romper los compromisos de paz, con graves consecuencias para la humanidad, deben reflexionar y si no son capaces de tomar las decisiones adecuadas, respetando los compromisos adquiridos  y creando el orden como una necesidad absoluta, deben ser valientes y dimitir.

Hay que liberar la violencia que llevamos dentro para así poder comprender que lo único que necesita la humanidad es paz. Vivir en el desorden es vivir en nuestras contradicciones internas que nos tiranizan cotidianamente. Vivimos en un mundo enloquecido y si no buscamos soluciones pacíficas urgentes vamos a terminar aniquilándonos los unos a los otros. No se puede jugar a ser dioses destructores ya que las consecuencias son terribles para la humanidad entera, incluidos ellos mismos.

Los seres humanos no somos simples entidades físicas, somos personas con derechos y obligaciones a las que hay que respetar, da igual en qué país nacemos o vivimos, en qué creemos y de qué color sea nuestra piel.

Hay profundas divergencias entre los países, sus dirigentes y sus habitantes. Es hora de buscar un consenso entre todos los habitantes de la tierra a través de sus representantes.

El grito de la desesperanza une a los seres humanos en un grito de esperanza para construir un mundo de paz.

(imágenes de la web)

La Ley de la Conciencia es el legado de la Humanidad

La Ley de la Conciencia es el legado de la Humanidad

Nosotros somos el camino y debemos crear nuestro propio recorrido, por sí solo el camino no nos lleva hacia nuestro destino.

La vida de la gran mayoría de los seres humanos se desarrolla en un laberinto: pruebas, trampas, engaños, manipulaciones, comparaciones, divisiones, vidas llenas de dolor y angustia.  Para poder salir de esa vida dolorosa y mediocre tenemos que dejar nuestra piel de lobo y hacer un llamamiento a la concordia.

Nos habituamos a vivir en ese mundo de tragicomedia y caemos en la trampa cubierta de flores que el laberinto nos presenta, cayendo en un profundo sueño de inconsciencia y dolor. La vida no presenta diversos y dispares escenarios; las personas que encontramos manifiestan diferentes reacciones debido a sus experiencias y emociones. Cualquier confrontación nos hace vulnerables y el miedo nos hace realizar actos de los que más tarde solemos arrepentimos.

Bajo estos parámetros el camino que creamos es arduo y complejo porque nosotros mismos hemos puesto nuestras propias trampas. No podemos ser sinceros y honestos si estamos en la oscuridad de nuestro ego y orgullo.

Todos debemos poner nuestra vida en su justo lugar, acciones y reacciones; hay que explorar nuestro desorden más profundo para encontrar nuestro orden.

Debemos ser libres en nuestra búsqueda de la verdad, osar la diferencia, aceptar que tanto la alegría, el amor como las penas y el odio forman parte de nuestra naturaleza humana. Vivimos vidas con sentimientos nómadas para no afrontar compromisos con nosotros mismos, lo que provoca huida y soledad que taladran nuestro corazón ya de por sí muy frágil.

En este laberinto hay muchas clases de reglas, normas y leyes que rigen nuestras vidas, pero podemos agruparlas en dos. Una, Ley del Gobierno y otra, Ley de la Conciencia. La Ley del Gobierno es necesaria para mantener el orden y una convivencia pacífica, aunque es imperfecta y contiene muchos talones de Aquiles. La Ley de la Conciencia es innata a cada alma, por lo tanto, personal, y nos incita a un comportamiento correcto de respeto y justicia, de generosidad y tolerancia.

La Ley del Gobierno no es suficiente para alcanzar la paz ni la justicia, hay muchos políticos y personas influyentes que se creen por encima de la ley y hacen lo que desean sin importarles las consecuencias hacia los demás. Muchos Gobernantes improvisan sus decisiones con el consiguiente daño al pueblo, imponiendo sus leyes a la fuerza. Los Gobernantes, en lugar de unirse y buscar soluciones para un mayor bienestar común, se dividen para debilitar a los ciudadanos y crear conflicto y sufrimiento. En este mundo global los pueblos deben unirse y dejar de construir armas para erradicar la violencia y la guerra.

El Verdadero legado a la humanidad está en nosotros mismos, en nuestra Ley de la conciencia, en nuestra moral y ética, en nuestro comportamiento justo y correcto, esta Ley es el barómetro de nuestro propio desarrollo. Todos dejamos nuestra huella positiva o negativa, en la familia, en los amigos, en los colegas o incluso en las personas anónimas que nos encontramos una vez en la vida; solo depende de nuestro comportamiento que sea una huella de amor o una huella de violencia.

Tenemos en nuestro poder un saber universal, sin fronteras, ni sexo, ni credos. Todos podemos crear paz y amor, esperanza y concordia.

Derrotar al espíritu del conflicto

Derrotar al espíritu del conflicto

Vivimos momentos de desconcierto, de inseguridad, de gran vulnerabilidad debido a las consecuencias devastadoras que dejan tras de sí, tifones imprevisibles que cabalgan en todas las direcciones, arrasando todo a su paso. Miles de hombres, mujeres y niños se despiertan bajo violentas ráfagas de armas, bajo feroces discursos de mentiras y de opresión, sin saber qué hacer ni a dónde ir.

Muchos gobernantes esconden, bajo su grito de justicia y de libertad, sus ansias de poder para someter al pueblo, arrebatando a los ciudadanos sus derechos y privilegios. Son bestias negras que vician el aire con la injusticia y la opresión, y, ese aire viciado, cabalga como un tifón sin dirección, creando un escenario violento, cuyo fanatismo tiene consecuencias muy graves para todos. No sabemos cómo pueden reaccionar las personas que viven en el pánico. Esto debería tenerse en cuenta.

La Humanidad entera —la excepción hace la regla— desea vivir en serenidad, tener un trabajo que les permita vivir dignamente y disfrutar del día a día junto a sus familias y amigos. Urge detener la desmesura de violencia y de sangre y para ello es necesario un cambio de actitud para crear un mundo nuevo y mejor, construido sobre los cimientos de la paz, la justicia y el respeto, enterrando para siempre la venganza y la violencia.

La paz es responsabilidad de todos, solo en la paz el espíritu del conflicto será derrotado.